En pleno confinamiento, tiempo en el que proliferaron montajes de vídeos y video-llamadas, Xabier Rebolé Miguéliz (hijo del que fuera investigador y escritor de la Historia de Lumbier, su pueblo), rescató un vídeo de las fiestas de la villa del año 1968 grabado por su tío abuelo Alejandro Rebolé, y lo envió a su grupo de amigos. El vídeo, de poco más de cuatro minutos, rápidamente se hizo viral en la localidad.La buena acogida dispensada le llevó a recordar que en la casa de sus padres, en Lumbier, se guardaba en una caja un proyector y películas filmadas por su padre, Eusebio Rebolé del Castillo, hacia 1982, hace casi cuarenta años. “Pensé en volverla a ver y repasar su contenido. Yo era muy pequeño y solo tengo ligeros recuerdos de esas grabaciones familiares”

La rescató del olvido y la puso en manos profesionales. Fue todo un hallazgo, una sorpresa ver la cantidad de imágenes e información que contenía. Las escenas filmadas estaban acompañadas de un guión con la voz de su padres: Eusebio Rebolé y Maribel Miguéliz, junto a su tía, Gema, que narran, desde la prehistoria hasta nuestros días, parte de lo acontecido, investigado por el propio Rebolé posteriormente publicado en su obra, Historia de la villa de Lumbier/ Ilunberri ( 1988).

UN TESORO

“En mi profesión de vez en cuando te encuentras un tesoro como este”, manifiesta Miguel Tabar, especialista en restauración de películas de la empresa Mírame Comunicaciones. Añade que pensó inicialmente que se trataba de una de las muchas películas familiares que le llegan con en ese formato, “pero pronto supe que era un tesoro con mucho valor documental”, afirma. Sus manos han tratado abundantes películas que ha digitalizado para el Gobierno y la Filmoteca de Navarra.

“Lo primero que me llamó la atención de la de Lumbier fue lo bien documentada y estructurada que estaba. Creí que era un documento histórico en sí, muy bueno y de calidad. En aquellos tiempos sin internet, es un trabajo al que su autor le concedió mucha importancia. Demuestra que tenía un claro interés etnográfico. Un lujo para el pueblo”, significa.

Rebolé ya se había hecho consciente de que todo aquello desaparecía, y con su “toma vistas” trabajó de forma artesanal, en serio. “Se visionaba con una moviola y se montaba en pequeños trozos encolados unos con otros. Después se hacía una copia del audio con música y, en este caso, redactó un guión literario y comenzó a montar. Es un trabajo de montaje muy bueno”, explica el experto.

DOCUMENTAL

El formato cinematográfico que usa película de 8 mm de ancho nació pensado para el mercado doméstico, y en manos de aficionados y de modestos cineastas alcanzó un gran nivel.

Eusebio Rebolé engrosaría el mercado de los primeros. La película que grabó hace casi cuarenta años, de dos horas y media de duración, se ha convertido en un documental de 90 minutos y esta noche se proyectará a partir de las 22.00 horas en el patio cubierto del colegio público San Juan. Historia, oficios y tradiciones, escenas de la vida cotidiana y de fechas señaladas en la localidad; la memoria del público se apoyará en la imagen.

legado

Con seis años, Xabier Rebolé forma también parte de la película cuando su padre, su madre y su tía se afanaban en aquel montaje casero. Hoy cuenta con 44 y reconoce que su intención era digitalizar la película para la familia, pero cuando vio que su contenido trascendía este ámbito, lo entregó al Ayuntamiento. Además, ha decidido que donará la original a la Filmoteca de Navarra, que busca y colecciona este tipo de archivos.

“Me siento satisfecho de poder aportar estas escenas que hoy son un documento social, de costumbres de Lumbier, y me alegro de que la película no se quedara deteriorada en una caja del trastero”, expresa Xabier.

La voz en off de su padre, Eusebio Rebolé, recordará para siempre que Lumbier/Ilunberri es un pueblo con más de 2.000 años de existencia, que fue un pueblo vascón, habitado por los ilunberritanos, antes de que lo ocuparan los romanos, buena villa en la Edad Media, y que llegó al siglo XX con 2.011 habitantes. Parte de su vida, tierras y gentes quedaron inmortalizadas en su documental, como las últimas escenas, para mantener el recuerdo de aquel pasado de alfareros, cestero, carbonero, concurridas vendimias, romerías y fiestas, en calles y plazas hoy renovadas.