No hace muchos días, recordaba con un buen amigo la “época dorada” del desarrollo económico y la industrialización de Navarra, y los dos nos fijábamos en el Programa de Promoción Industrial de Navarra de 1964, donde se sentaron las bases del desarrollo económico y empresarial para la región, basado principalmente en ayudas económicas, exenciones fiscales, una fuerte inversión en infraestructuras y suelo industrial y el impulso de la formación profesional, todo ello bajo una visión de vertebración equitativa del territorio.

Si lo leemos detalladamente, los objetivos y líneas de trabajo fundamentales no distan mucho de los que podemos encontrar actualmente en la Estrategia de Especialización Inteligente de Navarra - S4 Navarra - o en el Plan de Industria de Navarra 2021-2025 y en otras estrategias y planes con los que cuenta la comunidad.

De hecho, esta continuidad es necesaria si queremos trabajar de manera efectiva y eficiente por el desarrollo económico de nuestra tierra, ya que uno de los determinantes clave en el desarrollo económico es poder contar con el tiempo suficiente para garantizar el impacto de las medidas, y donde esta mirada estratégica y operativa a medio y largo plazo no se encuentre alineada única y exclusivamente con los ciclos políticos cuatrianuales.

Además, es necesaria la existencia de una continuidad flexible y adaptativa, donde se puedan incorporar nuevas líneas de trabajo imprescindibles como la sostenibilidad, la transformación digital o la economía circular que complementan las prioridades de acción, y por las que hay que apostar decididamente, son presente y serán futuro.

No se puede negar que a nivel agregado Navarra ha evolucionado positivamente en muchas de las variables y ratios de medición macroeconómica. El PIB per cápita navarro se encuentra en el 111% de la media europea, nuestro PIB es un 11% superior al PIB europeo medio, el desempleo tiene una evolución más que correcta situándose en el 12%, el índice de Gini, indicador que muestra la distribución de la renta/riqueza de nuestra comunidad, se encuentra en 33 puntos, tomando un valor positivo en comparación con otras regiones españolas y europeas, el porcentaje de población con formación superior está cerca del 50%, un dato alto si lo comparamos con el resto de España, y la productividad laboral mantiene una buena tendencia, estando en los 70.000 euros/año.

Está claro que la situación socioeconómica de Navarra es mucho mejor que en el año 64, e incluso que en el 94, y se puede inferir que todas las estrategias y planes de desarrollo económico puestas en marcha por Navarra a lo largo de estos años han tenido su importancia e impacto en esta mejoría.

Pero es cierto también que si afinamos la mirada bajo una óptica local, más quirúrgica, y observamos las diferencias entre Pamplona y su comarca y los territorios, comarcas y valles más periféricos el guion cambia, y pasamos del género de la “comedia romántica” de Navarra al “thriller distópico” que se vive en las zonas rurales y periféricas: la renta media de los hogares de estas zonas es sensiblemente inferior al de la media de Navarra, la tasa de riesgo de pobreza es muy superior, el porcentaje de población con formación superior es muy inferior, la inversión en I+d es inferior tanto a nivel público como privado, la precariedad laboral y la temporalidad es mayor, el emprendimiento de base innovadora y tecnológica es prácticamente inexistente, y un largo etcétera que es vox populi, pero sobre todo son cuestiones objetivas que muestran una realidad a la que hay que darle la vuelta si queremos tener una Navarra próspera y cohesionada, y no una Navarra a dos o tres velocidades.

Estos datos ponen de manifiesto la otra gran variable clave en el desarrollo económico: la geografía, y en este punto creo que es el momento de apostar firmemente en Navarra por un modelo descentralizado en el desarrollo económico de Navarra.

Para ello necesitamos una verdadera estrategia de descentralización de nuestro modelo económico basado en estrategias pull y push que vertebren todo el territorio de Navarra. Cuando digo pull me refiero a desplegar actuaciones de descentralización de infraestructuras y centros clave de nuestro modelo productivo, económico y de innovación hacia otros núcleos de población tractores, como Tudela, Estella, Tafalla, etc., y cuando digo push me refiero a actuaciones que conciencien y acerquen a la población tanto física como intelectualmente hacia los centros de desarrollo, más allá de sus poblaciones de residencia, a través de actuaciones palpables en el territorio de cohesión social y territorial que les ayude a entender que no todo lo van a poder tener en su pueblo, pero que el 95% de lo que necesitan lo van a tener a un máximo de 15 minutos (la ciudad de los 15 minutos también tiene que llegar al medio rural).

El año que viene, el año 2024, se cumplirá el 60 aniversario del Programa de Promoción Industrial, creo que no podría haber un mejor marco para presentar esa verdadera estrategia de descentralización de nuestro modelo económico, alineada y de la mano de la S4 Navarra. Lo que empezaron los Huarte, Urmeneta y el largo etcétera de personas que han trabajado sobre esta materia durante 60 años en Navarra, nos tiene que inspirar para construir un modelo de desarrollo económico vertebrador de las zonas rurales y periféricas, pero huyendo de las estrategias “de gabinete”, de las estrategias de “papel mojado”. Tiene que estar centrada en el despliegue de actuaciones y acciones de calado, pull y push, para que el círculo virtuoso del desarrollo económico, productivo y de innovación del que disfrutan ciudades intermedias y grandes a nivel estatal y europeo, pueda llegar a las zonas de Navarra rurales y/o periféricas, apostando por esta estrategia en el largo plazo para asegurar unos resultados óptimos y estructurales.

Seneca nos dejó esta frase maravillosa: “No nos atrevemos porque las cosas sean difíciles, son difíciles porque no nos atrevemos”. Es el momento de ser disruptivos y hacer una apuesta estratégica descentralizadora de nuestro modelo económico, con el foco puesto en el resultado y no en las dificultades del camino, planificada, eficiente y realista, de esto último vamos sobrados en Navarra, incluyamos pues la primera parte y trabajemos por esa Navarra descentralizada, equitativa y próspera. Reaccionemos, ahora es el momento, sino perderemos el tren de una Navarra vertebrada equitativamente.