Fue al mediodía cuando sonó el cohete festivo. Cuando la chispa prendió la mecha y el cohete salió disparado hacia el cielo. Es un nuevo San Fermín después de un par de años de obligada ausencia. Es el cohete que invita a la fiesta y es también, no muy lejos de esa plaza pamplonesa y consistorial, el momento de la despedida. Es Pili, la casi silueta hermosa, la que adorna el blanco y la sábana. La que invita al abrazo en esa partida que no quiere nadie. Es Pili y esa sonrisa guapa un poco dormida la que invita al roce y al beso. Es el silencio que invade el espacio, la voz acallada del dolor tantos años compañero. Es su cuerpo tan chico y tan grande que se va. La guerrera incansable, la pelea, los días, las noches, los días de labor y de fiesta.

¡Ay! Y por San Blas, nos traías las rosquillas de casa, la manteca, el azúcar, la harina y ese aroma a anís, y ¡qué ricas! Y ese tiempo de danza, y esa Era cantada, ¿la recuerdas, Pili? ¡Qué de ratos de charla! Y aunque tus pies anduvieran tan rotos ¡qué de guapa vestiste! Mira que hasta envidia causaste ¡pillina! Ese traje tan verde, porque siempre brilló tu mirada de esperanza y primavera. Porque fuiste la primera de esa culebra y serpentina al entrar al escenario, la primera en voltear tu pañuelo en el aire en esa despedida, como la de hoy, donde todos, tu público, tu gente de Taller, te da un aplauso que quiere ser un poco eterno.

*Desde el Taller de danza