El arizkundarra Alejandro Bernal Miura, de 89 años, falleció el pasado 10 de diciembre en Bakersfield, en el condado de Kern, en California, donde residía desde que emigró a los Estados Unidos en plena juventud. Hijo de Fernando y de María, marchó a los Estados Unidos en busca de nuevas oportunidades que no encontraba en su Valle de Baztan natal, para trabajar con su tío en la cría y pastoreo de ovejas en la Bernal Sheep Company, de la que luego se hizo socio junto a sus hermanos Francisco y Nicolás, ya difuntos.
Los tres hermanos, gracias a su iniciativa, con esfuerzo y visión de futuro, constituyeron la sociedad agropecuaria Bernal Farm con la que cultivaron alfalfa, maíz, algodón y trigo que facilitaban a granjeros y ganaderos del condado, logrando construir juntos un importante y próspero negocio al que dedicaron su vida hasta su jubilación, ganándose el reconocimiento, el cariño y el respeto de su comunidad.
Se sentía particularmente agradecido a su país de acogida, orgulloso de lograr su objetivo de convertirse en ciudadano estadounidense, un hito que atesoraba. Se enorgullecía de ser estadounidense al mismo tiempo que honraba su procedencia y herencia vascas, con su pueblo de Arizkun y el Valle de Baztan siempre en su recuerdo. Le agradaba participar en los numerosos eventos organizados por la Euskal Etxea, el Centro Vasco del Condado de Kern. Uno de sus pasatiempos favoritos era jugar al mus, disfrutando de la compañía de sus amigos y compartiendo la emoción de los torneos de mus que organizaba la Euskal Etxea.
Alejandro Bernal fue en vida un generoso benefactor de la Euskal Etxea de Bakersfield, reconociendo la importante labor social que los centros vascos de Estados Unidos desarrollan para la diáspora vasca, lo que le mereció ser reconocido en su día como miembro de honor vitalicio. Así fue como dispuso en su momento que se pidiera que, en lugar de flores para sus honras fúnebres, se efectuaran donativos al Centro Vasco del Condado de Kern que frecuentó y donde disfrutó tantas veces a lo largo de su vida.
A Alejandro le sobreviven sus dos hijas, Ana y Mikela y sus nietos, Ethan y Rylee a los que adoraba. Y en Arizkun, su pueblo natal al que nunca olvidó, le sobreviven su hermana María Carmen, su esposo Pedro Zapata, su cuñada Marlene y numerosas sobrinas y sobrinos. Sus honras fúnebres se oficiaron en la iglesia católica de San Francisco de Asís, en Bakersfield, y sus restos fueron inhumados en el cementerio de Hillcrest. Goian Bego, descanse en paz.