Testigo mudo de obturador y diafragma, afincado en Bizkaia, es docente en el Centro de Fotografía Contemporánea de Bilbao (CFC). Su apellido es vasco, su familia es vasca, y sin embargo en alguna ocasión le han dicho que él no lo es, así que procede la pregunta: ¿qué es ser vasco? 

EN CORTO

Un fotógrafo: “El padre del ensayo fotográfico, el gran Eugene Smith”.

Una fotógrafa: “La primera en documentar un campo de concentración nazi y lograr portada en la primera edición de Life, Margaret Bourke White”. 

Un libro:Silent Songs, de Claudia Hans, precioso y conmovedor. Exilio a más no poder”.

Un referente humano: “¿Se pueden dos? Luis Ortiz Alfau y José Moreno Torres”.

Una cualidad propia: “Ser perseverante”. 

Una manía: “Revisar que la puerta de casa esté cerrada, tres veces”.

¿Qué siente cuando va a editar en blanco y negro y la persona a retratar va vestida de rojo?: “Es complicado, intento evitarlo utilizando una película pancromática antes”. 

¿A qué película le daría el Oscar a la mejor fotografía de todos los tiempos?: “Dolls, de Takeshi Kitano”.

¿Qué opina de los vídeos verticales?: “Que son para las redes sociales”.

¿Se considera un referente como fotógrafo de exhumaciones en Euskadi?

No, y sería muy narcisista decirlo. Ese reconocimiento debería venir de colegas de profesión, de la gente… Sí que soy el fotoperiodista en todo el Estado que más ha documentado este proceso pero dejé de contar cuando ya había documentado más de 200 individuos y eso fue hace ya unos años. Soy afortunado de poder estar en las exhumaciones documentándolas, porque eso me ha permitido conocer gente valiosísima que ha compartido su dolor y generosidad en los momentos fotografiar esa búsqueda y ese encuentro familiar. Me gustaría que en un futuro las nuevas generaciones viesen mi trabajo para que supiesen cómo fue, y si eso me hace ser un referente más adelante, bienvenido sea. Lo que sí me gustaría es compartir esta experiencia en Chile, que tomasen el ejemplo las autoridades y que se pusiesen manos a la obra allí, que busquen y rebusquen como se hace acá, que por fin se encuentre a los desaparecidos que dejo la dictadura de Pinochet. 

Lo ha conseguido en un tiempo corto de estancia en Bizkaia. 

Sí, a raíz de mucho trabajo, esfuerzo, dedicación y a veces perdiendo actividades familiares. 

¿Cómo comenzó?

Mi primer trabajo documental de la Guerra Civil en Euskadi me llevó a conocer mucha gente: periodistas, investigadores, historiadores... Recuerdo que conocí al director del Museo Memorial del Cinturón de Hierro de Berango, que fue mi nexo para llegar a los integrantes de Euskal Prospekzio Taldea, quienes buscan a personas desaparecidas a raíz del conflicto bélico. Supongo que les parecía exótico que un chileno con un acento raro se interesase por la memoria. Un día me invitaron a presenciar una exhumación en Bizkaia junto a Aranzadi, allí los conocí a todos, después de un año de idas y venidas me aceptaron (risas) y allí sigo hasta el día de hoy, encantando de la labor y con muy buenos compañeros que se han convertido en buenos amigos. 

¿Cuál es el origen de su apellido Saravia?

Son las típicas frases que escuchas de niño, que no pones mucha atención porque estás lejos, a miles de kilómetros. Pero sí recuerdo que aita decía que el apellido venía de una zona limítrofe con Cantabria. He descubierto que tengo antepasados por Hendaia y Navarra. Será normal ese tipo de migración. En casa de mi pareja son todos vizcaínos, pero me respetan (risas).

Acaba de perder a su padre, pilar importante de su vida.

Ha sido muy complicado. Tenía 68 años, vivía en Chile y se iba a jubilar. Se había comprado un piso en Cantabria para estar más cerca de nosotros. Estaba muy orgulloso de tener una nieta vasca, y ya ves, la vida es muy efímera. 

Era un hombre conocido allí. 

Era el director de infraestructuras de la Municipalidad de Viña del Mar, localidad donde se realiza el popular festival de la canción. Murió a final del 2021, lo enterramos el día de Nochevieja y su funeral estaba llenísimo de personas. Era un jefe muy querido. Acudieron la actual alcaldesa y la anterior, concejales de la ciudad, diputados... Todo muy emotivo. 

Y fue un hombre olímpico

Desfiló en los Juegos Olímpicos de Río 2016, ya que era el presidente de la Federación Chilena de Remo. También fue músico. De joven, tuvo un grupo de música llamado Intihuara, formado por universitarios, en el año 1975. Cantaban en contra de la dictadura de Pinochet. Mi conciencia por los Derechos Humanos proviene de allí. 

Su hija vuelve a arraigar el apellido Saravia a sus ancestros…

Sí, y tiene hoy más valor, ya que ella está donde comenzó todo. Además, su nombre tiene que ver con los viajes de norte a sur, con la migración, algo tan presente en nuestra vida. 

Es profesor de fotografía en Bilbao. ¿Cómo solapa ambos trabajos?

Efectivamente, soy profesor y jefe de estudios del Centro de Fotografía Contemporánea de Bilbao (CFC), fundado por el destacado fotógrafo Ricky Dávila y Ernesto Valverde, actual entrenador del Athletic. No es muy complicado, porque un requisito fundamental que tenemos en el CFC para impartir clases es ser fotógrafo en activo. Cuando tengo alguna exhumación o labor paralela, puedo organizar y moldear los horarios. Eso ayuda mucho a la hora de estar presente en situaciones importantes y que solo ocurren una vez. 

¿Cómo es la transmisión de sus conocimientos en el aula y el de la memoria sobre el terreno?

Centro todo mi lenguaje y expresión en cómo entender y realizar fotografía. Intento que las clases sean muy interactivas y vayan acompañadas de un valor de técnica importante, ya que el manejar conceptos técnicos en un futuro te ayuda a poder replicar y saber cómo hiciste una fotografía. Insto mucho a ver referentes fotográficos, ya que viendo fotografía se aprende fotografía, y eso contribuye a tener un lenguaje visual propio. 

En Azken batailoa retrató a los últimos combatientes del Ejército de Euskadi. ¿Qué ha germinado en usted tras conocerlos?

Esa fue una hermosa experiencia. Acababa de llegar de Chile con mi pareja, que es vizcaína. Ella en ese tiempo trabajaba de gestora cultural y me ayudó bastante en cómo plantear todo este proyecto, que crecía y no paraba de crecer. Azken batailoia está en mi corazón, fue el trampolín de mi vida aquí: un año de investigación, conocimientos, fotografías, y lo más hermoso, conocer a todos esos combatientes generosos que compartieron su experiencia tan dolorosa y a la vez tan resiliente y valiosa. 

Se recuerda a todos, pero, ¿algunos marcan más?

Lamentablemente, hoy muchos de ellos no están físicamente. Hice gran amistad con José Moreno, Luis Ortiz, Baltasar, Paco… La verdad que aquello me ayudó mucho a entender la vida, los matices. Sobre todo, que nada es blanco o negro, que existe el gris. El ser humano en su magnitud es increíble, cómo se sobrepone ante la adversidad y cómo llega a umbrales para poder soportar el dolor y salir adelante. Sin magnificar, pero para mí eran esos héroes que leía a 16.000 kilómetros de distancia, y un día estar frente a ellos entrevistándolos y retratándolos, imagínate lo que fue eso… Muy emocionante.

Quedan escasos vivos, ya centenarios. La próxima generación tendrá que tirar de trabajos como el suyo para saber de ellos. 

También existen otros. Bastantes personas mantienen la llama de la memoria: colegas de profesión, periodistas en Navarra, Madrid, Barcelona, Donostia y, sobre todo, por aquí. En Durango existe un periodista que publica todos los fines de semana de manera notable y saca cada fin de semana un tema desconocido, como si fuese un mago sacándolo de su chistera. 

"La reparación no es material, tiene que ver con estar, encontrarse...”

Primero fueron olvidados porque durante los 40 años de franquismo no pudieron hablar y luego no han tenido reparación. ¿Cree que han sido olvidados en vida o es una expresión demasiado dura o injusta?

Hay que reconocer las cosas como son. Para mí sí han sido olvidados, porque en su momento fueron personas cotidianas, vecinos, pero una vez que fueron falleciendo, la sociedad se dio cuenta de que perdía algo y sin retorno. Cuántas veces he escuchado la frase es que partimos tarde. Imagínate, que cuando desarrollaba Azken batailoia y las historias de estas personas, ellos me decían: ¡No hagas ese trabajo, a nadie le interesa! Luego, cuando se vieron en la exposición en las Juntas Generales de Bizkaia, estaban felices, porque la reparación no es material, tiene que ver con los reconocimientos, con estar, encontrarse, el afecto. Va más allá.

Fotografió Emeek emana, proyecto de reconocimiento a las mujeres represaliadas durante la guerra de 1936 y el franquismo. ¿Cómo lo vivió?

Lo desarrollamos con la asociación Intxorta 1937 Kultur Elkartea. Fue muy interesante, sobre todo por cómo se viven los conflictos desde otra fase, versiones que no estamos acostumbrados a oír, ya que los relatos de los conflictos siempre se ven desde el hombre. En mi caso, por primera vez escuchaba otras versiones, y sobre todo no oficiales, pero verídicas. Contribuyó mucho para aprender a narrar visualmente otras perspectivas. Este trabajo lo viví a fondo. Me daba mucha tristeza escuchar sus testimonios, pero cuando se inauguró este trabajo en el Festival de los Derechos Humanos de San Sebastián, en la antigua casa de veraneo de Franco, me puse muy contento, porque para ellas, que sus retratos estuviesen allí fue una victoria, y por ende, para mí también. 

¿Ve diferencias entre retratar a hombres y a mujeres de aquella época?

Si empatizas y lo haces con honestidad, no. 

Ha trabajado también sobre la integración de personas migrantes que residen en Euskadi. Usted es un ejemplo de integración activa.

Sí, y creo que positiva además de activa (risas), lo que pasa es que mi caso es especial y corro con ventaja: mi pareja e hija son de aquí, junto a todo el clan familiar. Vivo muy arropado en un pueblo muy euskaldún. Además, los medios aseguran que los del cono sur (chilenos y argentinos) nos adaptamos mejor a la cultura vasca. Partimos con una publicidad más positiva, aunque eso no quita que a veces te encuentres con situaciones raras o molestas.

Le recuerdo yo una. En una ocasión, un periódico no quiso publicar sus fotografías en una sección porque a juicio de la encargada no era usted un fotógrafo vasco. ¿Cómo se afronta pagar impuestos en Euskadi pero no ser vasco?

Eso fue hace años. En el papel del periódico, la integración es una palabra bonita e inclusiva, pero, ser vasco en 2022, ¿qué es? El debate para mi está ahí; al margen de lo que pase, nadie, absolutamente nadie, te puede quitar lo que tú te sientes. Lo más curioso fue que me llamaron porque vieron mis fotos y leyeron mis apellidos. Una periodista me habló, escuchó mi acento y se justificaron con una negativa, que luego me contaron en off. Ahí te das cuenta de que mis fotografías y mi trabajo habla por sí solos. No necesito que un medio publique mi trabajo para saber que es relevante y bueno. 

Organizó una exposición sobre el fotógrafo y comandante abertzale José María Anzola. Ahora se anuncia una película sobre este personaje tan interesante. ¿Cree que levantó la liebre sobre una importante figura que era desconocida hasta entonces?

Si, pero no lo hice solo, fue un comisariado junto a un amigo periodista. Aún recuerdo que lo llamé y le comenté mi impresión visual de este gran fotógrafo que publicaba en la revista Gudari, distribuida en 1937. Investigando, me di cuenta de que mi conocimiento llegaba a un límite y no avanzaba. Le llamé y como buen periodista hizo todo. Salió adelante la hermosa exposición Anzola: El Robert Capa Vasco, en el museo de Arte e Historia de Durango, que tuvo mucha prensa y éxito de público en plena pandemia. Cuando una exposición es muy vista, se hace popular y trae consigo este tipo de cosas. Seguro que levantó la liebre. Ahora, espero que el director nos llame para aportar cosas con conocimiento técnico, ya que si no lo hace va a carecer de rigor, especialmente en su impronta fotográfica y referentes (risas).

Tiene un material de vídeo impagable que podría acabar en documental memorialista. ¿Espera al centenario de la guerra, a 2036, para estrenarlo?

Lo estoy pensando. Haré seguro algo porque siento que esa documentación que he conseguido a lo largo de los años no es solo mía, ya que los testimonios e imágenes me fueron dados para que se publicasen y a la vez se conociesen hechos pasados.

Trabajando en una exhumación. Intxorta Kultura 1937

Ha formado parte también del descubrimiento de los restos del gigante de Altzo. ¿Vio la película Handia por la que Eneko Sagardoy ganó un premio Goya?

Sí. Paco Etxeberria y Lourdes Herrasti me ofrecieron documentarlo. Acepté porque sabía que el equipo era capaz de encontrarlo y así fue. Vinieron personas muy destacadas a colaborar, científicos, médicos y especialistas en diversas materias. Fue increíble estar ahí, es una batallita para contar cuando sea mayor, ya que es parte de la mitología vasca, no es algo menor. Vi Handia y me gustó, sobre todo la dirección de fotografía. La actuación de Eneko es notable. Debo decir que después del ganar el Goya retraté a Eneko, que es muy amable, y la verdad es que un actor, cuando es bueno y conoce el medio, ayuda mucho a la hora de fotografiar. Tengo una experiencia muy divertida con él, pero esa me la guardo. 

¿Cómo percibe desde Europa su Chile natal?

Lo veo con mucho optimismo social y político por realizar un cambio de raíz, pero muy polarizado también. Hace meses asumió la presidencia un político que viene de una coalición de izquierdas, con una visión diferente a la acostumbrada y con un cambio de Constitución arraigada de la dictadura. El problema que veo es que por medio hay muchos intereses, que se resisten a los cambios. Imagínate que los fondos de pensiones, la jubilación de los ciudadanos, lo gestionan privados. No hay un organismo como la Seguridad Social que los pueda gestionar como aquí. No existe. Por otra parte, la salud y la educación de calidad son privadas. Imagina que cambia eso y lo comienza a gestionar el Estado, como aquí. Muchos no querrán. 

Hablando de futuro. ¿Dónde se ve dentro de veinte años?

Viviendo en el pueblo con mi familia, haciendo exposiciones y caminando entre los montes de Euskadi junto a mis compañeros del grupo de prospección, buscando desaparecidos de la Guerra Civil.