Del 7 de octubre a la primavera muchas mujeres jóvenes emprendían un viaje a pie desde Navarra y Aragón para incorporarse a la industria de las alpargatas en Maule, Iparralde. Era un viaje de pobreza y de emigración que suponía estar fuera de sus hogares durante seis meses para mejorar la economía familiar. Es una historia de la que algunos han oído hablar y otros muchos desconocen. El objetivo de Ainarak, el documental en el que la cantante de Iparralde Anne Etchegoyen es la conductora, atraviesa la barrera del tiempo y vuelve para reconocer el esfuerzo de aquellas mujeres que dejaron su impronta de una forma anónima y poco valorada. Etchegoyen habla de lo importante que es recobrar esa memoria de unas personas que lo sacrificaron todo en la vida. Ha hecho entrevistas a familiares, gente del sector de la alpargatería y ha recorrido pequeños pueblos donde se mezclaban durante meses esfuerzo, dureza de trabajo y muchas ilusiones.

PERSONAL

Edad: 42 años.

Lugar de nacimiento: Donapaleu, Behe Nafarroa.

Familia: Anne es de origen navarro por parte de su madre, nacida en Erratzu (Baztán). 

Inicios: Su primer contacto con la música lo tuvo a los ocho años cuando comenzó a cantar en el coro infantil de Donapaleu, su pueblo natal. A los 17 años se fue al conservatorio de Baiona a estudiar canto y dos años más tarde se trasladó al de Burdeos. 

Trayectoria: Anne Etchegoyen siempre ha participado de la tradición musical de Iparralde con sus coros, fundamentalmente masculinos. En 2013, se convirtió en una de las cantante de éxito en Francia, su CD Las voix basques se colocó en la décima posición de los más vendidos. Desde que se editó ha obtenido dos discos de oro. El single de este álbum Hegoa contiene Txoria txori la canción de Mikel Laboa que ella ha versionado y que ha emocionado el público francés. Ha ofrecido conciertos en Argentina, Estados Unidos, Inglaterra, Irlanda y también en Madrid, Barcelona, Sevilla o Málaga, entre otros lugares.

Discos: Otentik (2006), Pachamama (2008), Adelante (2010), Compostelle (2028) y Emazte (2020). Está preparando un nuevo trabajo, Festa, que verá la luz el próximo verano.

Documental: Durante dos años ha grabado un proyecto audiovisual: Ainarak (Golondrinas), un trabajo que habla de la vida de grupos de mujeres de Aragón y Navarra que atravesaban los Pirineos para dedicarse al sector de la alpargatería en Mauleon (Iparralde). Se acaba de estrenar y muestra el paisaje de unas personas que ansiaban un mundo mejor para sus familias, pasaban meses fuera de casa y regresaban cuando concluía la temporada al otro lado de la frontera.


Ainarak es un trabajo muy especial para usted.

Es una historia que empezamos hace dos años, en mayo de 2020. Es una historia muy interesante y muy especial. Habla de esas mujeres, casi niñas, que se fueron desde Aragón y desde Navarra hasta Maule (Zuberoa). Es una historia dura, iban andando por la montaña, por los Pirineos. Es la historia de un sueño, de muchos sueños, porque ellas querían una vida mejor.

¿Ha sido difícil reconstruir estas vidas del pasado?

Fuimos a encontrarnos con estas historias a través de testigos, de gente de las familias. A veces especialistas, sociólogos. Fuimos a ver museos, recorrimos pueblecitos pequeños. ¿Difícil? No. Fue muy interesante. Ha sido un trabajo de encuentros y de buscar en la memoria, en el pasado. He aprendido mucho recorriendo esta parte de la historia.

¿Conocía anteriormente la historia de estas golondrinas, de Ainarak?

No tanto como ahora que el documental está hecho y he vivido en primera persona esta historia, pero sí que conocía la historia, aunque con menos detalles, claro. Yo nací en Saint Palai (Donapaleu, Behe Nafarroa) y Maule (Zuberoa) está como a treinta kilómetros de distancia, a veinte minutos en coche.

¿Se conoce más esta historia en Iparralde que Hegoalde?

En general no lo sé. Cuando nosotros la empezamos nos movimos por una zona en la que es casi imposible no conocerla, y casi toda la gente con la que hemos hablado conocían un poco la vida de estas mujeres. Cuando he hablado con amigos y gente que he conocido en noches de fiestas sí que sabían algo de lo que contamos en Ainarak. Quizá no supieran tanto como después de haber visto el documental, pero les sonaba algo, tenían una idea de lo que vivieron estas chicas que atravesaban todos los años los Pirineos.

Anne Etchegoyen ha puesto voz y música a 'Ainarak'.

Anne Etchegoyen ha puesto voz y música a 'Ainarak'.

Ha sido también quien ha puesto la música a esta historia en la que las mujeres recorrían un duro trayecto como si fueran golondrinas en busca de una vida mejor.

Sí, sí. Yo escribí también textos y hay tres canciones de esta banda original. He trabajado en las canciones de esta historia con mis músicos. Hemos hecho pasajes musicales sin voz, sin palabras. Los testigos con los que hemos hablado me inspiraron temas para ponerles música y palabras.

¿Qué tal se ha sentido haciendo las entrevistas del documental?

Me ha encantado hacer estas entrevistas. La historia me caló desde las primeras reuniones que hice con la gente de la producción del documental. Cuando me lo propusieron, me metí a buscar cosas en internet. Cada vez que profundizaba en ella, me convencía de que era necesario mostrar estas vidas, que era necesario que se conocieran. Me he dado cuenta de que el tiempo pasa, pero las historias son iguales: historias de mujeres y de emigración. Si echas una mirada al mundo internacional verás muchas historias donde hay emigración y mujeres. Sigue habiendo diferencias de categorías sociales. Todo lo que contamos en el documental es pasado, aunque a mí me parece muy actual.

"El documental ‘Ainarak’ es un trabajo de encuentros y de buscar en la memoria”

Su último trabajo musical lo presentó en 2020, Emazte. También tiene mucho que ver con el mundo de la mujer.

Todo. Es muy especial y es un homenaje a las mujeres en general. Habla de cosas muy agradables: el amor, la pasión, la maternidad… También habla de cosas esenciales y muy actuales.

Ez da ez/No es no. 

Entre esas cosas esenciales están los derechos de las mujeres: la igualdad, el respeto entre hombres y mujeres. Hicimos dos canciones, la que tú dices, Ez da ez, que canté con Itziar Ituño, e Isilik, que habla del silencio, la violencia doméstica. Estas dos canciones están hechas para hablar del tema de estas violencias que afectan a muchas mujeres. Cuando una mujer dice no, tiene que ser no. Y resulta más fuerte y más grande si lo decimos todas juntas. El dúo que hice con Itziar fue muy interesante. Se cantó en tres idiomas: euskera, francés y castellano.

¿Qué nuevos proyectos tiene?

Estoy preparando un nuevo disco y el tema será la fiesta, Festa. Tenemos previsto sacarlo el verano que viene. La idea me vino durante los momentos que hemos vivido encerrados en casa con el confinamiento. Cuando abrieron de nuevo las fiestas, te das cuenta de las posibilidades que ofrecen los festejos en los pueblos. Antes las teníamos ahí siempre, pero cuando faltaron me di cuenta de la importancia real y social que tienen.

¿En qué sentido?

En lo real y en lo humano que son como contacto entre las personas. Las fiestas hacen que la vida y los poemas sean más ligeros. Esos pensamientos son los que me han dado una nueva perspectiva sobre este disco. Las fiestas son celebrar la vida todos juntos. 

¿Es usted muy fiestera?

Ja, ja, ja… Sí que lo soy. Me encantan, me divierten, siento que la vida corre deprisa dentro de mí. Pero como la edad sigue subiendo, me hago mayor, voy a menos fiestas, aunque aún voy a muchas. Me hacen sentir bien, estoy a gusto. 

En Euskal Herria hay fiestas para elegir y es imposible recorrerlas todas. ¿Tiene alguna que le guste más que otra?

Me gustan todas. Siempre puedes buscarle un punto a cada una de ellas. Pero es cierto que hay preferencias. Me encantan las de Pamplona (San Fermín) y las de Baiona. También he descubierto el encanto en fiestas de pueblecitos y hay algunas de barrios que están muy bien.

Ha recorrido muchos pueblos y ciudades, lleva mucho tiempo cantando, ¿no?

Solo cantando, dedicándome en exclusiva a ello, llevo veinte años. 

¿Qué hacía anteriormente?

Estuve estudiando. Estudié bachillerato y después dediqué un año a aprender castellano. Hice canto clásico en el conservatorio de Burdeos. Antes, a los diecisiete años, me fui a Baiona e hice dos cursos de Comercio y también de canto.

Su primer contacto con la música fue en un coro siendo una niña.

A los ocho años en el coro de mi pueblo. Me apuntó mi madre. Me fascinó el sonido de la voz, parece un músculo con vida propia. El canto en los coros es muy interesante, se mezclan las voces y cuando era pequeña notaba que algo pasaba y ese algo me gustaba mucho.

¿Se escuchaba música vasca en su casa?

Mucha, me acuerdo de lo que escuchaban mis padres: canciones de Xabier Lete, de Guk taldea y otros muchos. Me encantan los cantantes vascos, el sonido de sus voces. Yme gustaban mucho los discos de coros, el coro Easo, muchos coros de niños. Mi madre trabajaba en la Federación de Coros de Iparralde y cada año organizaban un festival al que venían muchos niños. He ido varias veces con ella al concurso de coros de Tolosa. Esas son mis influencias.

¿Tiene orígenes navarros?

Mi madre nació en Errazu, en el valle del Baztán, pero ha vivido en Iparralde desde pequeña. Ella habla euskera, no sabe castellano y en casa siempre hemos hablado en francés.

¿Conoce el valle del Baztán?

Conozco un poco Errazu, también Elizondo. Hace unos años nos fuimos a acampar por allí y lo disfrutamos mucho. Tengo familia que tiene un bar. Es una zona maravillosa, me gusta su paisaje y también me gusta mucho la gente.

Hace un tiempo me dijo que un país que le gustaba mucho era Argentina. ¿Sigue atrayéndola de igual forma?

Sí. Fuera del País Vasco, de Euskal Herria, uno de los lugares donde me siento a gusto y me encanta estar es Argentina. Me gusta mucho porque me encanta su folklore. Soy una enamorada de Mercedes Sosa, de Fito Paez. Descubrí a estos artistas con una amiga que trabaja en el ministerio argentino de Cultura. Ahora es un escenario emergente de artistas maravillosos que están preparando cosas. Hay muchos jóvenes haciendo discos. 

¿Pensó alguna vez que podía vivir de la música?

Cuando era niña era un sueño, pero pensaba que en eso se iba a quedar, en un sueño bonito de los que no se cumplen. Soy un poco pragmática y quería tener estudios para tener algo a lo que agarrarme por si la música no daba de sí o no funcionaba. Yo soy muy práctica. Estoy encantada de poder dedicarme solo a lo que más me gusta, aunque siempre hay que pensar en el futuro. La música es un sector que se mueve mucho. Quizá algún día tenga que hacer otra cosa. De momento disfruto, y mucho, de lo que tengo. He vivido experiencias muy bonitas.

Mikel Laboa, ¿su artista preferido?

Laboa es un referente en la cultura de Euskal Herria. Mikel Laboa es un inevitable, un esencial. Pero vamos hablar de estos momentos y de los que están vivos. Me gusta Mikel Urdangarin.

¿Ha cantado con él?

Hicimos conciertos juntos, pero no hemos cantado juntos. Él nos ha escrito una canción.

Se ha convertido en una cantante famosa y ahora ha hecho un documental, ¿le mira la gente por la calle?

Oh, no. A veces, en fiestas, pero soy muy normal. No me interesa mucho, la verdad; solo quiero ser conocida con la gente que quiero y que me quiere.

¿Qué hobbies tiene?

Me gusta correr y hacer paddle board en verano. En invierno esquío y hago marcha. Me gusta también ir con amigos a tomarme un trago y también comer, soy una gran comedora. También hago siesta y voy de fiesta. Ja, ja, ja…

Veo que le sigue interesando la gastronomía vasca.

Es que es muy buena, hay decirlo y hay que repetirlo: la cocina de Euskal Herria es maravillosa. No hay más que darse cuenta del número de restaurantes tan buenos que tenemos.

¿Ve muchas diferencias entre la gastronomía de Iparralde y la de Hegoalde?

Hay que reconocer que los pinchos son mejores en Hegoalde. También tengo que confesar que las chuletas me saben mejor allí. Pero aquí también hacemos muy buena cocina. Entre Iparralde y Hegoalde el modo de consumir es diferente, las costumbres son distintas y los horarios también. Allí hacéis la vida más fuera de casa. Confieso que me gustan los dos estilos y me siento bien en los dos modelos de vida, distintos, pero con puntos en común.