La disbiosis es un desequilibrio en la microbiota que se asocia con el cáncer colorrectal (CCR), según indica la doctora Carmen Margalejo Muro, que forma parte del equipo médico de Inmunomet, un servicio multidisciplinar dedicado a la asistencia de pacientes con malabsorción, intolerancias alimentarias y disbiosis intestinal.

La experta subraya que “la disbiosis con frecuencia altera la barrera intestinal, lo que produce una inflamación a ese nivel, así como carcinogénesis. Por tanto, se recomienda mantener una buena barrera intestinal y una microbiota sana para prevenir el CCR”.

Una serie de bacterias están asociadas al inicio y la progresión del CCR, como el Helicobacter pylori, el Fusobacterium nucleatum y el Escherichia coli, entre otras. 

Los probióticos pueden mejorar la prevención y el tratamiento del CCR a través de varios mecanismos. Uno de ellos es la inmunomodulación, que es la regulación del sistema inmune por sustancias que estimulan o inhiben su función. Los otros dos mecanismos son la preservación de las funciones de la barrera intestinal y la inhibición de colonias de bacterias patógenas.

Prevención

El colorrectal es el tercer tipo de cáncer más frecuente a nivel mundial y el segundo en mortalidad. En la actualidad, las políticas de salud pública están encaminadas a reducir estas estadísticas, especialmente a través de los cribados que permitan realizar un diagnóstico precoz. Otras vías de prevención, como ha comentado la doctora Margalejo, son los hábitos saludables.

En opinión de la especialista, “de igual forma que hay bacterias asociadas al desarrollo de CCR, también encontramos bacterias que colonizan el tumor con más frecuencia y activan distintas vías de señalización que facilitan el crecimiento del tumor”, señala la especialista.

Aparte del CCR, la disbiosis intestinal se asocia con más de cien enfermedades crónicas, inmunológicas, hormonales, metabólicas, neurológicas y digestivas. Las investigaciones, no obstante, no han discernido si la disbiosis es causa o consecuencia de enfermedad.

Entre las patologías más claramente asociadas a la disbiosis se encuentran las enfermedades inflamatorias intestinales y los procesos funcionales digestivos, como el síndrome de intestino irritable. Las enfermedades sistémicas también podrían estar vinculadas con el desequilibrio en la microbiota.

Se ha demostrado la existencia de factores psicoemocionales comunes en una serie de procesos crónicos sistémicos y los cuadros funcionales digestivos relacionados con la disbiosis intestinal.

Otras patologías crónicas relevantes que se asocian a la disbiosis intestinal son la fibromialgia y el síndrome de fatiga crónica, el síndrome metabólico, las enfermedades autoinmunes y alérgicas, las dermopatías inflamatorias, la rinosinusitis crónica, las disfunciones ginecológicas, las mucositis orales, la cistitis intersticial, las infecciones recurrentes, la migraña, los trastornos del espectro autista y otras patologías neurológicas.

Estudio y tratamiento

La disbiosis intestinal se estudia mediante test microbiológicos y genéticos de muestras fecales. Los estudios microbiológicos se realizan con medios de cultivo selectivos o técnicas moleculares (PCR). Proporcionan información básica sobre posibles déficits o excesos de algunas especies bacterianas intestinales y hacen una estimación del número total de microorganismos.

Más recientemente se emplean los test genéticos o estudios de metagenómica fecal, que evalúan el microbioma o material genético de la microbiota con una alta precisión diagnóstica.

En cuanto al abordaje terapéutico, debe ser personalizado y protocolizado para combinar dietas adaptadas a cada paciente. También en los casos necesarios habrá que añadir terapias antimicrobianas, antifúngicos o antiparasitarios. Además, avanzan las investigaciones con trasplantes fecales, que consisten en la transferencia de microbiota y de los cuales hay diferentes posibilidades.