Vivimos en una sociedad en la que todo se hace sin esfuerzo muscular, se trabaja y se traslada sentado, y la diversión se centra en actividades visuales que se practican con el culo en el asiento, como ver vídeo, TV, cine, jugar con consolas, navegar por Internet, etc. Es una buena manera de ir acumulando grasas.

Es mucho más necesario en aquellas personas que tienen problemas de salud. El obeso, cuya esperanza de vida es cinco años menor que la de una persona no obesa de su edad, se encuentra con que le resulta extremadamente penoso el caminar más allá de media hora en llano y a paso normal. Lógicamente, no querrá oír hablar de ningún otro ejercicio que suponga un esfuerzo mayor.

Así que hay que proponerle un ejercicio adecuado para su problema. La bicicleta estática, que lógicamente se colocará en el salón de la tele, es el aparato idóneo para estas personas. Tiene la ventaja de la comodidad, se practica sin salir de casa y, sobre todo, descarga a las piernas del peso del cuerpo, ya que éste descansa sobre el sillín.

Además el corazón y los pulmones no tendrán que hacer tanto trabajo, al no tener que desplazar todo el peso corporal. Una vez conseguida una cierta agilidad y fuerza, habrá que salir a pasear un poco en serio.

Consecuencias de la obesidad

La obesidad produce trastornos en múltiples sistemas del organismo. Dificulta la respiración, por desplazamiento del diafragma hacia el tórax, aumenta el trabajo del corazón al tener que abastecer a muchos más kilos, las articulaciones de la espalda y de las piernas tienen que soportar más peso, produce alteraciones en las secreciones endocrinas, es más pesado el caminar. Por todo ello se mueve cada vez menos y quema menos energía.

Todo esto lleva asociadas múltiples enfermedades: hipertensión arterial, arteriosclerosis coronaria, dificultad del retorno venoso en las extremidades inferiores, artrosis, insuficiencia respiratoria, insuficiencia cardíaca, alteraciones del sueño por apnea, incontinencia urinaria, infecciones en los pliegues de la piel, diabetes, trastornos menstruales, mayor número de casos de cánceres sexuales, gota y cálculos biliares.

Tenemos una determinada cantidad de sangre que riega nuestro cuerpo. La proporción con el peso es de 1 litro de sangre por cada 13 Kg. de peso. Si tenemos 26Kg. de más, moveremos 2 litros más. Eso supone un esfuerzo para el corazón y un aumento de presión para las tuberías, arterias y venas.

No solemos dar importancia al cuerpo mientras estamos sanos. Sí lo hacemos cuando perdemos la salud, o como en el caso de la obesidad cuando sufrimos una alteración de la propia imagen.

¿Cómo tengo que comer?

- Despacio y haciendo pausas largas entre platos. Hay dos maneras de saciar el apetito: una, comer lo suficiente para llenar y dilatar el estómago, otra, comer con la suficiente calma para dar tiempo a que la digestión -que empieza en cuanto entra comida por la boca y sigue mientras comemos- haga subir el nivel de glucosa en sangre y el centro del apetito se dé por satisfecho por lo ya comido.

Un ejemplo de esto último lo tenemos en las comidas en restaurantes repletos de gente. Pedimos un menú normal, que comeríamos sin mayor problema si nos lo sirven sin demoras. Pero si entre el 1º y 2º plato tardan en servir más de media hora y cuando lo traen, ya no tenemos apetito. Hemos hecho ya parte de la digestión del primer plato y nuestro nivel de glucosa en sangre ha subido notablemente ¿Qué hacemos? ¿Lo anulamos? ¿Lo dejamos en la mesa? Lo mejor es pedir que nos lo pongan en un envase para llevar a casa y ya tenemos cena preparada.

 -Variar los menús para que sea más llevadero el régimen, en caso de hacerlo.

- Comer en plato pequeño, de postre. Aquí cabe menos comida.

- Hacer ejercicio todos los días, por la mañana y por la tarde.

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