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Profesión docente

DE un tiempo a esta parte estamos asistiendo a la proliferación de infinidad de personas que ostentan el título diplomatura de magisterio y titulados docentes en todas sus especificidades.

Estas personas, que se han erigido en jueces y fiscales de los docentes y hacen gala de conocer la materia de la que hablan como de su propia profesión, ¡nada¡ , explican horarios, programas, contenidos curriculares con tal ligereza que lo único que están consiguiendo es desprestigiar una carrera maestro/maestra, que ya de por sí está bastante desprestigiada

Piensen conmigo un momento: cuando acuden ustedes a una función de teatro, los actores y actrices que están en escena pretender arrancar de ustedes, los espectadores que han asistido pagando su billete correspondiente, el mayor número de aplausos; la función dura una hora y media o dos horas a lo sumo. A esto se le llama poner en escena una obra de teatro.

Pues bien, los docentes no solo son actores y actrices que constantemente están en escena, a veces horas ininterrumpidas, con auditorios muy variados, con unos espectadores que meten ruido, que hablan entre ellos, que no atienden ni escuchan, y que al final no van a aplaudir sino que, por el contrario, el maestro profesor ha de conseguir contagiar el aprendizaje, ha de alcanzar el desarrollo de la mayor capacidad intelectual de cada alumno y alumna y, en definitiva, ha de incrementar ese bagaje cultural, científico lingüístico y social para que las familias sean satisfechas en su cuota de aprendizaje educación.

Pero hete aquí que las familias son una parte más del hecho educativo, tal como el médico aplica su medicina para curar tal o cual enfermedad, pero el paciente ha de poner un 50% de su parte si quiere que la recuperación vaya en sintonía con la ciencia; así mismo, padres y madres tienen su cuota de participación y colaboración, y poco podrán hacer los docentes en el acto aprendizaje educación sino cuenta con la coordinación estrecha con padres y madres.

Conviene recordar que todo lo que socialmente acontece en la actualidad en el mundo nos lo endosan en la escuela: drogas, crisis económica, agresiones, terrorismo, todo cabe en la escuela, y como tal debe ser el docente quien englobe estos contenidos en los puramente curriculares científicos, linguísticos y sociales. Podríamos llegar, con tanto contenido añadido, que la sociedad nos quiere incrementar a crear una torre de Babel del siglo XXI.

Hasta en las áreas mal llamadas marías, el docente se juega su propio prestigio profesional y su reto al desarrollo de contenidos puede alcanzar dificultades verdaderamente insalvables. Echen la vista atrás cuando ustedes iban al aula de clase y reconozcan que el trabajo es arduo y difícil y, en vez de criticar, quizás mejor colaborar.

Juan Carlos Audikana Hueda