DOMINGO de resaca. Dulce resaca esta vez. Ansiedad por leer los periódicos, por ver las imágenes de lo que a pie de calle es imposible apreciar. Se habla de movilización histórica, de hito, de punto de inflexión. La sociedad vasca ha dicho más alto y claro que nunca que los derechos de los presos y presas políticas vascas deben ser respetados, sin más dilación, sin condiciones. No voy a abundar en valoraciones que han llenado las páginas de la prensa del día después. Cada una de las personas que estuvimos el sábado en Bilbo sabemos lo que vivimos, sabemos lo que sentimos.
Las lágrimas a flor de piel. El corazón a cientos de kilómetros de allí. Y el pensamiento en la carretera, pero los pies en el suelo, recorriendo el camino. Avanzando a duras penas, entre la gente agolpada en todas las esquinas. Un camino difícil el que recorrimos el sábado, pero lo hicimos empujados por una colosal masa de gente. Y lo volveremos a recorrer hoy, mañana, pasado mañana. Y lo recorremos con el orgullo de pertenecer a un pueblo que avanza con la cabeza bien alta, que no se queda en casa esperando algún milagro mientras se siguen vulnerando los derechos de cientos de ciudadanos y ciudadanas vascas. Un pueblo que no se va a parar en mitad del camino, que no se va a desviar de ese camino hasta ver al último preso, presa, refugiado y refugiada en casa.
Sin duda, el sábado fue un día de muchos sentimientos. También de vacíos. Vacío por ciertas ausencias a las que estamos acostumbrados, pero que cada vez son más inexplicables e inexcusables. Cuando la mayoría social, política y sindical de Euskal Herria, desde su pluralidad, sale a la calle como lo hizo el sábado, el PNV sigue jugando en otra liga. Ya le vale. Sigue cerrando los ojos y anteponiendo sus intereses, con el único criterio de rentabilidad política, por encima de la voluntad de este pueblo, incluso de su propia base social. ¿Qué está dispuesto a aportar a este proceso el PNV? Ya es hora de pasar de las palabras a los hechos. Ya es hora de actuar con dignidad. Ya está bien de exigir constantemente pasos a los demás, cuando es incapaz de adquirir un mínimo compromiso que sintonice con la demanda mayoritaria de nuestro pueblo.
Y en ese mar de sentimientos, avanzando en el camino hacia el Arenal, me venía a la mente otra reflexión. Que es esa misma venda en los ojos a la que el Gobierno de Nafarroa se aferra. Siguen diciendo que la historia no va con ellos, que en su Navarra foral y española no hay nada que hablar sobre ningún conflicto, sobre política penitenciaria, sobre normalización política, sobre el respeto a los derechos civiles y políticos.
Pero más pronto que tarde, tendrán que resituarse en esta nueva época, y lo saben. Inevitablemente, tendrán que asumir su responsabilidad y empezar a dar pasos para avanzar en la consecución de la paz y la normalidad política. Tendrán que gestionar la nueva situación y dejar de lado esa actitud de negación de la realidad y de los derechos, de esa comodidad de la que se han nutrido durante tantos años para hacer su discurso. Y en el día después de la colosal manifestación, está más vigente que nunca la exigencia al Gobierno de Nafarroa para que se implique en este nuevo tiempo. Con altura de miras, honestidad y seriedad.
Porque hablamos de derechos elementales, de los que a ellos se les llena la boca. En primera instancia, los derechos de los presos y presas. Y los derechos no pueden estar sujetos a condiciones, por mucho que algunos quieran hacer virguerías con la intención de evitar asumir la necesidad de dar pasos. Necesitan del discurso de vencedores y vencidos, necesitan desvirtuar la raíz del conflicto político. Pero el sábado la sociedad indicó el camino, y no nos desviarán de él. Porque lo hemos emprendido con paso firme, porque sabemos que no se terminó el sábado. El camino sigue, y seguiremos caminando sin descanso, día tras día, hasta llegar al final. Lo saben. Ya es hora de que tomen nota.
Bakartxo Ruiz Jaso
Portavoz de Bildu en el Parlamento de Navarra