QUIEN llegue a Pamplona en este final de verano podría pensar que el tiempo se ha detenido. ¿En qué ciudad de esta parte del mundo hay tantas excavadoras funcionando? ¿Estamos de vuelta a los años del ladrillo o es que se ha acabado ya la crisis?

Por babor, máquinas tirando tapias, bulldozers arrollando árboles y excavadoras destrozando huertas en Aranzadi. Por estribor, retroexcavadoras y topadoras derribando la antigua cárcel, destruyendo un edificio perfectamente recuperable y con todo lo que quedaba dentro. Si la entrada en Aranzadi la semana pasada -con agosturnidad y alevosía- ya nos encogió el corazón, la noticia del desproporcionadamente rápido derribo de la cárcel nos ha erizado las canas a más de una. ¿Es una maldición? ¿O es que volvemos a los infaustos años del imperio del lobby del hormigón?

¿Es 2001, con Barcina en la alcaldía y Maya en Urbanismo, en el que también las excavadoras arrollaron la plaza del Castillo y sus vestigios de las termas romanas, la necrópolis musulmana, un tramo de la muralla medieval y todo lo que encontraron?

¿O es 2004, cuando las máquinas derribaron el Frontón Euskal Jai de la calle San Agustín y su hermosa estructura metálica, uno de los pocos ejemplos de arquitectura modernista que tenía Pamplona?

De eso nada: es 2012 y ahora Maya está en la Alcaldía y Barcina en la presidencia del Gobierno foral. Lo parece, pero el tiempo no se ha parado. Miles de nosotros sí que estamos parados, con la sanidad y la educación recortadas, con los precios en la estratosfera y padeciendo una crisis que no hemos provocado. Nosotros no: fueron ellos, nuestros políticos, quienes vivieron por encima de nuestras posibilidades y nos han convertido en una ciudad endeudada y en una provincia con la economía en quiebra. Y siguen igual, en su burbuja de hormigón, llamando políticas de fomento de la obra pública a la destrucción del patrimonio y al derroche.

"La tuya, con perdón, es una ciudad de nuevos ricos", me dijo una vez sobre Iruña un amigo americano. ¿En qué lugar de Occidente se sigue apostando por la destrucción en lugar de la recuperación? ¡Cuando le cuente que quisimos ser Capital Cultural Europea 2016 y no nos dejaron!