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Sed de esperanza

dE esto trata el sugestivo título Necesario pero imposible: o qué podemos esperar del pensador nacido en Euskadi Javier Gomá y con el que finaliza un largo periodo de reflexión escrita en varias obras a lo largo de dos lustros. Hasta ahora, Gomá había discurrido por el terreno de la experiencia de la realidad y los modelos de conducta moral que permiten a los humanos conformar la madurez, esa característica de las personas que van llegando a ser la mejor posibilidad de sí mismas. Libros como Imitación y experiencia han sido pautas para que el ser humano se forje en la vida emulando y rechazando, optando en definitiva por aquello que es bueno, cosa que no siempre concuerda con lo apetecible; es lo que hay, y el camino de la felicidad consiste en optar inevitablemente descartando otras opciones hasta que el individuo cristaliza en lo que es. Y solemos ser poca mucha o poca cosa, depende de nosotros mismos y de nuestras elecciones, fundamentalmente.

En este su cuarto libro explora en la necesidad de trascendencia, cosa tan humana como la del anhelo de ser feliz. Y lo hace en torno a la madurez tan fatigosamente alcanzada para que no fracase, que lo haría si nos quedásemos en la conclusión de una muerte absoluta y definitiva. Para esta nuestra sociedad posmoderna en crisis, el mensaje de Gomá resulta esperanzador en medio de las llamadas aviesas que nos alertan de que no están los tiempos para rehabilitar el mito apolillado de la inmortalidad del alma. Por eso nos identificamos con Max Scheler en lo que él llamó "frivolidad metafísica", es decir, taparnos los ojos a la muerte haciendo tolerable la finitud terrena. De esta forma tan pueril estamos digiriendo la realidad de la muerte, dándole la espalda con la pretensión de ahogar la desesperanza. De ahí la paradoja ilusoria de que, aunque temida, la muerte no existe pues su idea no aterroriza. Frente a este arquetipo, el empeño de Gomá puede resultar a la vez impertinente y atractivo. No hay que olvidar que al ser humano le ha preocupado siempre, hasta el siglo XIX, su destino tras la muerte, aunque ahora nos parezca lo contrario.

¿Por qué no reflexionar entonces sobre la finitud desde la sensibilidad y los saberes del XXI, pero de una manera más esperanzada que la fórmula ofrecida por Max Scheler?

Javier Gomá nos introduce ahora en otras posibilidades desde la íntima aspiración a no morir del todo. No le falta audacia intelectual pero es porque vivimos el momento más materialista de la historia. Este ensayo deja muy claro que la esperanza es un ensanchamiento del ser. Solo por esta puerta abierta, el libro merece la pena ser leído en un tiempo en que estamos constreñidos también en esto.

Gabriel Mª Otalora