La xenofobia es el odio hacia los extranjeros. Así las cosas, afirmar que los dirigentes de UPN son xenófobos para con algo tan navarro como el euskera y los euskaldunes podría parecer un sinsentido, pero no lo es. El regionalismo ha nacido, crecido y triunfado políticamente en oposición al nacionalismo vasco -que, dicho sea de paso, durante años, con su discurso y su praxis sobre y en Navarra, se lo ha dejado a huevo-. Uno de las claves del éxito de UPN ha sido la creación de una nueva identidad navarra a su imagen y semejanza, a su conveniencia política, a la que le han extirpado algo inherente a Navarra: lo vasco, y con ello, el euskera, la lingua navarrorum. En esa nueva identidad solo cabe la Navarra foral y española. La jota, la Javierada y el pacharán. Ser navarro es ser de UPN. Y desde esa identidad artificial y excluyente, han tratado al euskera y a los euskaldunes como peligrosas amenazas extranjeras. Al principio, utilizaron un discurso moderado, según el cual ellos amaban al euskera, y el problema era que los abertzales lo politizaban. Eran los tiempos en los que el presidente Sanz bailaba el Agur jaunak y cantaba el Aurresku. Pero a los pocos años cambiaron esa partitura por los sesudos artículos de Aurelio Arteta y Víctor Manuel Arbeloa, según los cuales cualquier medida a favor de los hablantes de la lengua minorizada era terriblemente discriminatoria para los hablantes de la lengua dominante. Entonces empezaron los cambios en política lingüística: retroceso en la valoración del euskera en las oposiciones, etcétera. Y ahora los culminan, ya sin caretas folclóricas ni seudoacadémicas. Vivimos tiempos de política gubernamental contra el euskera pura y dura: todo tipo de maniobras contra la educación en euskera, ni un euro para euskaldunización de adultos, ni un euro para medios de comunicación en euskera, trabas para la captación de medios audiovisuales euskaldunes... Hoy saldré a la calle para pedir el fin de esa política lingüística xenófoba. Para exigir una convivencia entre diferentes comunidades lingüísticas -también entre diferentes sensibilidades identitarias- basada en el respeto mutuo, en el respeto por los derechos del otro. Pero también para celebrar que soy euskaldun. Que miles de personas en Navarra somos euskaldunes. Que gracias a ello disfruto de una parte de la cultura navarra y de la sociedad navarra que otros se pierden. Que -aunque sin duda hemos hecho cosas mal- algo habremos hecho bien cuando, a pesar de esa política xenófoba de UPN, las encuestas sociolingüísticas rompen las mugas de las políticas con datos como que el 65% de la población está a favor de fomentar más el euskera. O cuando la comunidad vascohablante de Pamplona y su Comarca -la que mejor conozco y la que UPN más se ha empeñado en castigar- es más numerosa, tiene más herramientas y está más viva que nunca en los últimos cuarenta años. Egiten digutenaren objektu gara, eta egiten dugunaren subjektu.