El TAP es estratégico para Navarra
Recuerdo que cuando me inicié en esto del transporte, hace unos 25 años, ya escuchaba aquello de que el tren iría cogiendo más peso en el transporte de mercancías. Lejos de esto, lo cierto es que, desde mediados de los años 90, en donde el ferrocarril tenía una cuota de participación del 10% en el tráfico de mercancías, ha tenido un declive progresivo hasta situar actualmente esa cifra en torno a un 5% a nivel nacional (un 1,3% en el caso de Navarra).
Los factores que han llevado a este resultado, como por ejemplo las características especiales de las infraestructuras con un ancho distinto de las vías, un rol muy marginal en el diseño de políticas públicas, o una regulación muy poco orientada al servicio, han hecho que el desarrollo del transporte ferroviario de mercancías haya tenido un comportamiento contrario al de otros países europeos, que muestran tasas que superan el 20% de participación en el movimiento de mercancías. Esta evolución contrasta con la vivida por la carretera, la cual, a la inherente capacidad y flexibilidad que ofrecen sus vehículos, se une la disponibilidad de una amplia red viaria, que es la que le permite ofrecer un servicio puerta a puerta.
Seguro que los que imaginaban esta evolución la hubiesen pintado de otra manera, con cifras para el modo ferroviario mucho más relevantes que las que realmente se han dado. Y es importante hacer reflexión en los porqués, con el único objetivo de que hagamos aquello que entendemos ayudará a algo que, a mi modesto entender, es una necesidad: la colaboración entre modos de transporte. Y es que la actividad del ferrocarril de mercancías no puede entenderse en un contexto de competencia con la carretera, sino de complementariedad.
En el caso del transporte de larga distancia, vienen incrementándose con el tiempo problemáticas de gran trascendencia para nuestro entorno, como por ejemplo:
- La saturación y congestión de las vías terrestres, con el riesgo de accidentalidad que conllevan.
- Los niveles de contaminación acústica y ambiental (ahora muy mejorados con la tecnología de los últimos motores de combustión).
- Los desplazamientos de conductores que pasan varios días fuera de su domicilio.
La red ferroviaria española presenta un bajo grado de capilaridad en relación a otros países europeos, a diferencia de lo que sucede con la carretera. La combinación de ambos modos de transporte (comodalidad), que aproveche los aspectos positivos del ferrocarril para la larga distancia o para tráficos muy intensivos, y el camión para el corto recorrido, puede mostrarse como una solución más eficiente desde distintos puntos de vista. El modo carretera es, por supuesto, imprescindible para cualquier servicio de transporte de mercancías que deba realizarse, si bien existen flujos o trayectos donde su papel puede ajustarse a distancias menores si la colaboración con el modo ferroviario funciona adecuadamente.
Existen ejemplos prácticos reales muy cerca de nuestra comunidad, al otro lado de los Pirineos, en donde la oferta de trenes multicliente está funcionando realmente bien con interesantes conexiones con diversos destinos europeos. Un modelo a seguir que tengo el convencimiento que será copiado a este lado de la frontera por el nivel de sentido común que aporta.
En este aspecto, no podemos más que felicitar al Gobierno de Navarra, a sus equipos técnicos y políticos, por el innegable éxito que supuso la ampliación del corredor ferroviario atlántico, al incluir el tramo que conectará la Y vasca con Zaragoza pasando por Pamplona. Una presencia que nos pone en la primera línea de la potencialidad de traspaso modal de mercancías que a todas luces nos interesa a todos. Y más aún si sabemos mover bien las fichas.
Tenemos la oportunidad de posicionar Navarra de manera estratégica en el movimiento de mercancías desde y hacia otros puntos de España o, incluso, de más al sur. En ese aspecto, es de principal interés que tengamos la mejor conexión posible con los ejes europeos, donde no solamente ahorremos el tiempo que la opción de Ezkio nos ofrece, sino que nos evite saturaciones y demoras que, por coincidir con el tráfico de Vitoria, esto nos supondría.
El Tren de Altas Prestaciones es un proyecto clave para el transporte de pasajeros, pero es mucho más. Disponer de la infraestructura ferroviaria adecuada mejorará nuestra comunidad por el trasvase de mercancías derivado de la necesaria colaboración con la carretera, con un menor impacto ambiental, con una mejor calidad de vida para nuestros conductores, con menores tasas de accidentalidad, y también porque tendremos la oportunidad de generar e impulsar nuestra economía alrededor de una actividad claramente de próximo futuro.
El autor es vicepresidente de la Sección Logística de ANET (Asociación Navarra de Empresarios Transporte por Carretera y Logística)