sobre el recrecimiento de Yesa, en 2018, el Tribunal de Cuentas informó de que: "la existencia de defectos o carencias en los proyectos iniciales, la falta de previsión, la descoordinación entre Administraciones, la ausencia de informes o actuaciones preceptivas o la imprevisión acerca del resultado de dichas actuaciones, han ocasionado su alteración sustantiva en cuanto a su ritmo de ejecución, a su coste final o a su rentabilidad social en términos de satisfacción del interés público al que deben responder".

Frente a este informe riguroso, la pasada semana oímos al Gobierno de Navarra, por boca de su consejero, señor Remírez, declarar que hay que "ser exigente con una obra que beneficiará a Navarra". Un mantra, el del beneficio, que resultaba cuestionable cuando se aprobó el proyecto inicial por 113 millones de euros y es indefendible cuando el presupuesto va por 460 millones de euros y la obra provoca más riesgos para la seguridad que nunca.

Señalaremos que los objetivos del recrecimiento no contemplan ninguna nueva hectárea de regadío para Navarra, pero es incalculable la pérdida económica que supone la amenaza a perpetuidad sobre Sangüesa y otras poblaciones navarras.

Más allá de Navarra, el proyecto, en su justificación económica, decía que con el recrecimiento de Yesa el Valor Agrícola Bruto o VAB aumentaría en 110 millones de euros y se crearían 2.930 empleos agrarios. Para desmentirlo basta considerar que en el año que se hicieron estas estimaciones toda la comarca de Cinco Villas (máxima beneficiaria) aportaba un VAB de 110 millones de euros con 2.993 empleos agrarios. Que el recrecimiento casi duplicará los resultados de VAB es una falacia que no resiste el menor análisis riguroso.

Abundando en la parcialidad e inconsistencia del anterior análisis hemos de considerar que, en la actualidad, más de 50 millones de euros llegan a las Cinco Villas provenientes de los fondos europeos. Son cantidades que se incluyen en la contabilidad del VAB. Pensar en aumentar el regadío porque recibía triple subvención que el secano es hacer una apuesta que, si hoy por hoy a algunos puede interesar, a la larga es ruinosa para la sociedad.

Finalmente hay que señalar que se pretende obligar a pagar al conjunto de la ciudadanía el 35 % del recrecimiento por el papel de laminar avenidas y aportar caudales ambientales. Es decir por una labor que, sobre el Aragón, ya hace con eficacia el actual Yesa.

El autor es presidente de la Asociación Río Aragón