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A la contra

Vamos a relajarnos

Como era de prever, en España ya tenemos la tasa más alta del mundo en conocimiento, tratamiento y erradicación de pandemias. Tú tienes un par de horas libres, te das una vuelta por Twitter -que es un frenopático- y sales de ahí con la certeza de que tenemos el peor sistema sanitario del universo, de que no se hace nada bien -nada es nada-, de que si no pasan más cosas es porque Dios no quiere y de que si esto se lo dejas al espécimen medio que puebla el país te lo apaña en una semana, acaba también de paso con tres o cuatro patógenos más y clasifica a los Phoenix Suns para los play off. Y eso por no hablar de quienes te comparan esto con la gripe cada dos minutos, los que aprovechan para hablar del dengue, de los que afirman que es una conspiración -estos son una categoría en sí mismos- o de los que simplemente desconfían de todo y de todos por naturaleza, al punto de que siempre me he preguntado cómo esa gente bebe agua de los grifos, enciende luces, cruza pasos de peatones o simplemente respira. El caso es que creo que, afortunadamente, aún vivimos en una sociedad en la que, con todos sus defectos -muchísimos, algunos enormes e imperdonables-, el porcentaje de gente capacitada para hacer el bien, preparada, humilde, sensata, buena, profesional, sencilla y entregada a los demás es muy superior a quienes puedan remar desde la orilla contraria o a quienes se limitan a poner el foco en el sensacionalismo de los medios de comunicación sin asumir de una santa vez que el 90% de los medios son empresas privadas que buscan audiencia, guste o no. A ver, queridos lectores y lectoras: es su responsabilidad qué ven, qué oyen y qué leen, lo ha sido siempre y siempre lo será. Dennos toda la caña que quieran, pero no escurran el bulto. Así que vamos a ver si nos relajamos todos un poco y confiamos en los que saben infinitamente más que nosotros, por una vez.