Artículos de necesidad
os alegramos mucho cuando nos avisaron de que pasaban a nuestro amigo a planta, lo estábamos esperando. Nos habría sorprendido escuchar que lo pasaban a planta 2 en lugar de a la planta 2 aunque por ello su estado no registrara ningún cambio significativo. De la misma forma, nada que objetar al tiempo que pasó en quirófano, pero no sabríamos qué pensar si nos dijeran que ocupó las mismas horas en ferretería o en tren.
Todo esto nos pasa porque los artículos son de primera necesidad y cuando escasean la oreja y al instante el cerebro se interrogan. El ámbito sanitario es proclive a prescindir de ellos, algo que se puede entender si tenemos en cuenta la celeridad que precisan muchas de sus actuaciones. Todo sea por la salud. Pero hay algo más. Un ejemplo. Si pregunto por la doctora Tal, pueden responderme que está en consulta y entiendo que es su horario de atención. Pero si me refiero a mí misma, que como mucho soy paciente, y contesto que no cogí el móvil porque estaba en consulta, sería como ponerme en el currículo una carrera y algunos másteres de los que no dispongo. Los artículos tienen lo suyo. Quitarlos parece que da importancia. Hace mucho que la gente empezó a ir a Diputación en lugar de a la Diputación y terminó yendo a Palacio. También, si escuchamos la radio, oímos conectar con Policía Foral o Ayuntamiento.
Como se ve que esto de suprimir artículos mola, ¿por qué quedarnos en esta cosa tan poco democrática y no extendemos el recorte? Y así, por ejemplo, cuando nos pregunten dónde estamos podremos responder que en sofá, en ascensor (si hay cobertura) o en cocina y, de repente, los fogones serán los de un gran restaurante y los platos de una exquisitez insuperable.