El término utopía (lo que no está en ningún lugar) fue empleado por Thomas More en el siglo XVI y sería "la búsqueda incansable de la Humanidad desde el comienzo de los tiempos de un lugar o sociedad ideal" y a pesar de su carácter no real, permite reconocer los ideales de una sociedad o comunidad en un momento concreto de su singladura histórica así como los obstáculos que impiden cristalizar su sueño idílico.

La utopía así concebida, sería el camino para alcanzar un sueño que llevaría implícito en su potencia la facultad de devenir en acto concreto (en el camino está la meta), siendo preciso transitar por la senda marcada por el pragmatismo político: "Comienza haciendo lo que es necesario, después lo que es posible y de repente estarás haciendo lo imposible". El biólogo Lyan Watson en su obra Lifetide publicada en 1979 afirma que "si un número suficientemente grande de personas (masa crítica) adquieren un nuevo conocimiento o forma de ver las cosas, esto se propagará por toda la humanidad", para lo que es necesario que un determinado número de personas alcance una conciencia más elevada, momento en que el individuo es capaz ya de realizar un salto evolutivo y lograr un cambio de mentalidad, tesis conocida como Teoría del centésimo mono.

Así, en el escenario post-covid, asistiremos a la aparición de un nuevo individuo (individuo multidimensional) reafirmado en una sólida conciencia crítica y sustentado en valores caídos en desuso como la solidaridad y la indignación colectiva ante la corrupción e injusticia imperantes y dispuesto a quebrantar las normas y las leyes impuestas por la "monarquía de las tinieblas" del Estado español y que logrará finalmente la utopía de una república confederal tras una época traumática en la que agonizará lo viejo sin que amanezca lo nuevo.

La agudización de la crisis económica, la desafección política de la sociedad española motivada por los sangrantes casos de corrupción de la élite político-económica y los escándalos de la monarquía borbónica, harán revisar la vigencia de la Constitución del 78 en la que se sustenta el actual status quo y tras un proceso que se antoja inevitable de catarsis y posterior metanoia colectiva en el conjunto del Estado español, no sería descartable la instauración de la III República en el horizonte del 2025, escenario en el que se procederá al diseño de una nueva cartografía del Estado español con la implementación de un Estado confederal.