l Consejo Europeo celebrado en el mes de julio pasado, junto al marco financiero plurianual, aprobó un paquete de ayudas extraordinario de medidas específicas de recuperación de los Estados miembros de la Unión Europea, conocido como Next Generation EU, que pretende iniciar una senda de "recuperación sostenible y resiliente". Para ello se ha facultado a la Comisión Europea para contraer empréstitos en los mercados de capitales en nombre de la Unión por importe de 750.000 millones de euros, de los cuales 390.000 sufragarán gastos en proyectos que los Estados no tendrán que devolver, y 360.000 se podrán utilizar, a su vez, en préstamos a los Estados que sí tendrán que ser devueltos. Sin duda, estas cifras marean a cualquiera pero nos ponen de manifiesto el desafío al que nos enfrentamos.

En esta línea, próximamente, se van a ir definiendo los programas y proyectos que serán impulsados a través de los fondos de recuperación y resiliencia europeos. Desde EH Bildu tenemos claro que nos encontramos ante un proceso que va a marcar el futuro de Europa en general y también el del nuestro como comunidad. Es mucho lo que está en juego. No es solo una cuestión de grandes volúmenes de dinero para repartir. Está en juego el diseño y la transformación de nuestro modelo productivo y de sociedad, y la posibilidad misma de tener un futuro sostenible. Es, por lo tanto, un debate de calado en el que se deben tener en cuenta muchas cuestiones y en el que deben participar el mayor número de agentes y personas posibles.

Sin duda, las cantidades de dinero que puedan llegar al Estado español son enormes. Unos 140.000 millones de euros, de los cuales 60.000 irían destinados a financiar proyectos relacionados con los objetivos fijados en relación al crecimiento, la creación de empleo, la resiliencia económica y social del Estado, así como la contribución efectiva de los mismos a la transición ecológica y digital, siendo esta contribución condición indispensable para conseguir una evaluación positiva. A partir de aquí, apenas se conoce nada sobre los tipos concretos de programas y proyectos a impulsar, ni de los criterios a utilizar dentro de cada Estado para su reparto.

Es necesario que la opacidad que observamos se convierta en transparencia y en debate abierto. Hay que insistir en que es muchísimo lo que nos jugamos en Navarra. Estamos hablando de unos fondos que van a marcar el devenir de esta generación y de las posteriores. Este tipo de debates no se pueden hacer en despachos oscuros, en pasillos de instituciones o en reuniones privadas con empresas o empresarios selectos. Estamos ante un debate que se debe desarrollar en otra clave y perspectiva, la del futuro de Navarra y de sus gentes. Desde EH Bildu tenemos claro que Navarra va más allá de las élites políticas y empresariales, y que el debate y las soluciones deben ser acordadas a través de un marco claro de decisión en el que todas las partes interesadas puedan participar.

Como bien definió la propia Unión Europa a la hora de fijar las cuantías y las características de los fondos para la reconstrucción, la asignación concreta de las subvenciones en los Estados miembros "deben participar lo antes posible en un amplio diálogo político que incluya a todas las partes interesadas pertinentes para preparar sus planes de recuperación y resiliencia". De momento, hemos visto poco o nada de ese amplio diálogo político del que habla la Unión.

No tenemos tiempo que perder. Está en juego cómo va a ser nuestra economía las próximas décadas. Esta ocasión es especial, un tren que pasa una vez. Si lo que está en juego es el futuro de Navarra, las decisiones también han de ser adoptadas como país, con la mayor participación y debate posible. El dinero proveniente de los fondos europeos para la reconstrucción no puede ser interpretado como ayudas a fondo perdido a empresas concretas. El reparto de estos fondos debe realizarse en base a criterios objetivos y no meramente políticos.

Por eso, entendemos que, en estos fondos deben predominar la inversión pública directa, la generación de empleo de calidad, la repercusión social positiva. Hasta el último euro de estas ayudas debe tener como prioridad que la inversión realizada debe revertir en las personas y, que por lo tanto, tienen que ser adaptación de nuestra economía a los enormes retos que tenemos delante, alineados con los objetivos europeos de transformación ecológica de nuestro tejido productivo a la par que adaptamos nuestras administraciones y empresas a los retos tecnológicos del siglo XXI.

Estamos ante una gran oportunidad para situar a Navarra donde se merece, a la altura de las principales economías y sociedades europeas. Debemos saber leer esta coyuntura histórica y saber aprovechar todo el potencial transformador y creativo que tenemos. Para ello, es necesario que, en la toma de decisiones concerniente a los proyectos que desde Navarra se planteen para el reparto de los fondos europeos, participen y sean debatidas entre el mayor número de agentes políticos, económicos y sindicales. Hay un marco, no el único, que es el Plan Reactivar Navarra/Nafarroa Suspertu, y sobre el mismo y otras propuestas habría que fijar las prioridades. Estas no pueden ser fijadas solo por el Gobierno. El Gobierno tiene que ser consciente de su minoría política, por lo que tenemos, en el próximo pleno monográfico que celebrará el Parlamento de Navarra a comienzos de noviembre, una primera oportunidad para hablar, debatir y alcanzar acuerdos políticos consensuados sobre qué proyectos y planes deben tener prioridad en el diseño de ese futuro para Navarra. ¿Vamos a estar todos y todas a la altura del momento histórico que nos está tocando vivir?

El autor es parlamentario foral de EH Bildu

No es solo una cuestión de grandes volúmenes de dinero para repartir. Está en juego el diseño y la transformación de nuestro modelo productivo y de sociedad

Estamos ante una gran oportunidad para situar a Navarra donde se merece, a la altura de las principales economías y sociedades europeas