i la asamblea de socios no lo remedia, Osasuna venderá el 10,95% de sus derechos de televisión de los próximos 50 años a un fondo de inversión. Una operación discutible y desde luego muy discutida que ha tomado la junta directiva de Luis Sabalza saltándose la preceptiva consulta a su masa social, pese a que compromete buena parte de los ingresos del club para la friolera de cinco décadas. El plan de la Liga es a todas luces pan para hoy y hambre para mañana. De acuerdo con las explicaciones ofrecidas por la propia entidad rojilla, Osasuna recibirá 52 millones en cuatro plazos (17,3 millones en octubre, y sendos pagos de 11,5 millones en junio de 2022, 2023 y 2024) y si se dan futuras carambolas favorables la cantidad podría llegar a 76 millones. Pero no será un dinero caído del cielo, sino un préstamo que habrá que devolver durante 40 años a razón de 1,3 millones por temporada. A ello hay que sumar el coste de la cesión de los derechos audiovisuales, que supondría dejar de ganar 257,87 millones si los ingresos se mantuvieran en los 5,15 millones generados en el último curso, aunque todo razonamiento lógico apunta a que esta cantidad será más elevada. Una operación, por lo tanto, nada atractiva desde el punto de vista financiero y que hipoteca a dos generaciones, por mucho que resuelva un problema a los actuales gestores, que son los beneficiarios de este anticipo monetario que lastrará los ingresos del club hasta el año 2071. Un tejemaneje urdido con un déficit de transparencia. Así como no es de recibo que todavía hoy desconozcamos el coste de la reforma de El Sadar, ni a cuánto asciende su millonario desfase, tampoco lo es la opacidad con la que se ha gestado este acuerdo con el fondo internacional CVC. No es de extrañar, por lo tanto, que socios y aficionados expresen su rechazo frontal a este acuerdo. No solo la Plataforma Osasunista y la Federación de Peñas han mostrado su indignación. También buena parte de los ocho mil aficionados que asistieron al estreno liguero pidieron la dimisión de la directiva. Bien sabe Luis Sabalza que ha tomado una decisión unilateral con encaje legal en una sociedad anónima, pero que no le corresponde como presidente de un club deportivo, y nada mejora su imagen que dé las explicaciones a través de una pseudoentrevista en la web del club. Sólo la asamblea de compromisarios, que la directiva confeccionó a su medida, puede parar este despropósito.