Tenía un taller de confección de camisas y pantalones y lo tuve que cerrar porque con esto de la globalización y las multinacionales no había manera de competir con los asiáticos en general y los chinos en particular, y lo mismo le pasó a un primo gallego que hacía ataúdes, sin que nosotros les hubiéramos hecho nunca nada, y eso sin hablar de la mierda del coronavirus. Los políticos, que me mienten constantemente, no cumplen lo que me habían prometido o me cuentan historias como si fuese un niño pequeño y no puedo hacer nada. También la Policía y la Guardia Civil, que yo pensaba que estaban para garantizar mi seguridad, dicen ahora que no quieren que se derogue la ley mordaza para poder pegarme con más comodidad si se me ocurre manifestarme. La iglesia que no para con lo de las inmatriculaciones para continuar robándonos los terrenos en el pueblo, y eso que es la organización que más dinero e inmuebles tiene del planeta. ¿No van a tener nunca suficiente? ¿Y con lo de la educación? Yo quería mandar a mis hijos a un colegio público, pero mi mujer se empeñó en que fueran a uno concertado porque estaban subvencionados, nos costaban lo mismo y tenían muchas mejores instalaciones. Ahora los curas me mandan un recibo mensual por mantenimiento de polideportivo, desgaste de equipamiento, actividades extraescolares, comedor y no sé cuántas cosas más y resulta que pago lo mismo que en un colegio privado, cobran por todas partes. ¿Cómo no van a tener mejores instalaciones? Carlos I, que parecía un tío tan campechano y resulta que se estaba forrando a mi cuenta y encima yo colaboraba para pagarle hasta los polvos. ¿A ver qué pasa ahora con su hijo? Los nacionalistas, que me dicen que son mucho mejores que yo por haber nacido en un determinado lugar ¡hay que joderse! Mi médico de cabecera, que ya no quiere verme ni en pintura, sin que nunca le haya llevado la contraria. Antes me hacía sacarle cariñosamente la lengua o me tomaba la tensión o me miraba el ojo y ahora ya no quiere recibirme, me llama brevemente por teléfono y no me da tiempo de decirle ni siquiera los de las hemorroides. Los jueces, en los que ya no puedo confiar, porque se ve claramente están al servicio de los políticos o de los amos y que eran los únicos a los que yo pensaba que podría recurrir cuando no me quedara otro remedio. Espero que no le pase a todos lo mismo, porque sería para salir todos juntos a la calle y no dejar títere con cabeza.