En esto de la política los muertos a veces están muy vivos. Basta recordar el golpe fallido contra Sánchez desde dentro del PSOE. Pero no es el caso de Casado. Ya apuntaba a un ciclo final desde hace tiempo. Escribí hace solo unos días que las elecciones que entonces se avecinaban en Castilla y León podían ser los Idus de Marzo de Casado y que solo faltaría saber quien iba a ejercer el papel de Bruto en la conjura para derrocarle. Los malos resultados en Castilla y León activaron la crisis interna, pero en vez de un Bruto han aparecido muchos Brutos dispuestos a asestar las puñaladas mortales. En realidad, el enfrentamiento con Ayuso ha sido sólo la espita que ha hecho estallar la bomba de la crisis en el PP. De hecho, el humo de la guerra ha dispersado el fondo de la cuestión y la corrupción, el cobro de comisiones de su hermano, el coste y tipo de los contratos y todo lo que abrió la semana pasada el enfrentamiento en Madrid ha quedado en un segundo plano. Al menos, hemos aprendido estos días que el Portal de Transparencia de la Comunidad es tan oscuro como un agujero negro. Y que el futuro de Ayuso está igualmente en el aire por mucho que unos cientos de personas le jaleen indecorosamente en la calle. La sombra de la justicia y de las irregularidades ya le acompañan indefectiblemente. Anticorrupción ya ha abierto diligencias por el contrato de su hermano. Y en todo caso, Ayuso, por mucho Madrid mediático y cayetano televisivo que le jalee, no lleva al PP a ningún lugar triunfal. A Casado lo que le ha convertido en un personaje político prescindible es su suma de fracasos políticos y derrotas electorales. El temor de los líderes territoriales y de las estructuras orgánicas del PP a perder la viabilidad como alternativa ante la presión de la ultraderecha de Vox. Ahí está Castilla y León, abandonada a su suerte a la espera de que alguien algo con los resultados de las urnas. Un temor y una suma de contradicciones que se ha extendido como una mancha de aceite por todas las derechas del Estado. Incluida UPN en Navarra, inmersa también en una fractura interna propia que busca mantener la equidistancia entre el desastre del PP y la apuesta -solo de momento, creo-, por el fiasco que es la coalición Navarra Suma. Mal panorama eso. Por no hablar del PP de Navarra, sin aparecer por la política foral desde años y ahora dividido entre Ana Beltrán, fiel a Casado, y parlamentarios y concejales reclamando su final. Las miserias de la no política. Lo del barco y las ratas más o menos. Hoy Casado reúne a los líderes territoriales y la suerte ya está echada. Falta saber a qué y a quiénes se lleva la riada por delante. La guillotina ya está instalada a las puertas de Génova y la cabeza de Casado y de sus seguidores serán trofeos de solución al menos provisional. Parece que Feijóo será el nuevo entrenador, pero es gallego y la situación es tan crítica como para pensárselo otra vez, como en 2018. Al final, Casado era un líder con los pies de barro que habitaba en la torre de cristal de la sede de Madrid, pero que una vez cruzada la puerta de la calle se ha encontrado con que no había nadie. En política, guárdate por si acaso de las alabanzas y aplausos de los tuyos.