oy, 26 de marzo, se conmemora el Día Mundial del Clima, declarado en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático efectuada en el año 1992, para generar conciencia y sensibilizar a las personas a nivel mundial sobre la importancia e influencia del clima, así como el impacto del cambio climático sobre el ser humano.

Llevamos años con enormes retos medioambientales que afectan al clima incidiendo en el calentamiento global, impacto sobre la capa de ozono, contaminación ambiental y efecto invernadero afectando de manera clara en los ciclos estacionales de la Tierra.

Entre los retos ambientales con afección directa en el clima nos encontramos con la des-carbonización, emisiones de CO2 y combustibles fósiles. Con la reciente invasión rusa en Ucrania se ha puesto en evidencia la gran dependencia que hoy en día hay de estas materias, debiendo acelerar más si cabe esta transición tanto económica como social.

El cambio climático incide en la vida de las personas, en nuestros cultivos, hábitats y medios básicos para subsistir.

Hay expertos que ya hablan del refugiado/a ambiental o climático/a, que sería la persona obligada a migrar o ser evacuada de su región de origen por cambios rápidos o a largo plazo de su hábitat local, lo cual incluye sequías, desertificación, la subida del nivel del mar, ciclones, etcétera. Es decir, las consecuencias del cambio climático. Algo que, como todo, afecta más a la población más pobre y vulnerable, por ejemplo a quien depende de la agricultura o ganadería en una tierra hostil por la sequía y los cambios bruscos del clima.

Estamos ante un subtipo de migración forzosa que aún no se ha definido de una manera que permita distinguir a los inmigrantes ambientales de emigrantes de crisis económicas o refugiados de guerra o políticos. Podemos llamarlos personas desplazadas si es más exacta la definición, pero existir, existen, y ya no podemos mirar hacia otro lado.

Por otro lado, el crecimiento demográfico, así como las grandes poblaciones, son otro reto que hará que en el 2030 el mundo necesitará al menos un 50% más de alimentos, un 45% más de energía y un 30% más de agua.

Nuestra tierra no es ajena a los cambios del clima y sus consecuencias. Por ello, en Navarra ya se están poniendo las bases desde algunas instituciones desde hace tiempo para cuidar del planeta. Hay muchos ámbitos en los que podemos fijarnos. Uno de ellos es la necesidad de fomentar la economía circular y el reciclaje.

El Parlamento de Navarra dio luz verde en la anterior legislatura a una ley pionera en el Estado que supuso un giro radical en la gestión de los residuos de la comunidad: la conocida como Ley Foral de Residuos y su Fiscalidad.

En esta legislatura, se ha aprobado recientemente la Ley de Cambio Climático y Transición Energética. Una herramienta importante para hacer frente a los retos medioambientales que tenemos por delante.

Igualmente, se han dado pasos relevantes en el impulso a las comunidades energéticas en Navarra para avanzar en la transición energética. De este trabajo sabe mucho el consejero Mikel Irujo, para quien “Navarra tiene una enorme dependencia del exterior que debe transformarse en las próximas décadas: el actual sistema es sucio, ineficiente, y encima nos está saliendo muy caro, por lo que la transformación es obligada”.

Irujo ha explicado en varias ocasiones que aproximadamente el 22% de la energía primaria que consumimos es de origen renovable y cumplimos los objetivos 20-20-20, pero a la inversa, el 78% de la energía que consumimos en Navarra sigue siendo de origen fósil.

Por todo ello, más allá del marco legislativo y de las iniciativas parlamentarias, la actitud de cada persona cuenta. Pequeños gestos del día a día como reducir el uso del vehículo (en la medida en la que cada una/o pueda), reciclar nuestros residuos, apostar por el producto de Km. 0, apostar por las renovables, por la eficiencia energética en casa o por el cultivo ecológico se convierten en importantes.

Actuar desde lo pequeño, cada persona es un agente importante en esta transformación para cuidar del clima y del planeta. En Nafarroa, también. En cualquier rincón de nuestra tierra, sea Lizarraldea, la Ribera, Iruña o Baztan como es mi caso, seguro que tenemos fórmulas para crear un modo de vida más sostenible y amable con el entorno y cuidar así del clima, la naturaleza y las personas. Debemos abogar por un menor uso de combustibles fósiles, reciclar más y mejorar nuestra economía circular. No podemos esperar más, estamos en una situación de emergencia climática. Lurra zaindu behar dugu datozen belaunaldientzat.

El autor es burukide de EAJ-PNV Nafarroa y concejal de Geroa Bai en Baztan