la norcoreana más que a la búlgara, así ungió el PP a su nuevo mesías gallego tras el entremés de Casado. Filas prietas detrás de Feijóo, con el Ibex a sus pies y el férreo apoyo mediático que se le brindó a Aznar frente a González. De perfil moderado, avalista de la especificidad autonómica y con impronta de gestión tras cuatro mayorías absolutas en Galicia, Feijóo llega entre vítores y trompetas en sacrosanta cruzada para desalojar de Moncloa a Sánchez y sus socios, comunistones y demás jaez, ya saben. En la práctica, el doble reto de concentrar el espacio a la derecha del PSOE como el único voto útil y de diferenciarse de Vox rehuyendo el cuerpo a cuerpo para no alimentarle, victimizándole. Máxima exigencia para Feijóo que se inscribe en la paradoja de, que obligado a desembarcar en Madrid en el peor momento del PP -incendiado hasta casi el calcinamiento de nuevo con la corrupción bajo el foco-, la dramática coyuntura internacional se ha puesto de su parte. Pues el empobrecimiento general por una inflación galopante a un año vista mínimo desliza el péndulo político a la derecha. Además de que el escenario de incertidumbre abisal asoma al precipicio a los gobiernos progresistas porque los contextos de fragilidad abonan la demagogia y el simplismo, por ejemplo en materia fiscal. Con Feijóo hay partido, primero en la derecha de un extremo al otro y luego entre los bloques, sabedor de que si le salen las cuentas Vox está obligado a echarle el voto para hacer lo propio con Sánchez. Pero se trata de un duelo de incierto pronóstico entre supervivientes de una sola pieza, tanto como que Sánchez se sobrepuso a un golpe de Estado en el PSOE y luego se ha demostrado como un crupier de varias barajas con mucha baraka. Ambos tahures zurdo y diestro se miden hoy en Moncloa por primera vez para poner sobre la mesa cartas de consensos elementales ante esta crisis total. Esta dinámica de acuerdo siquiera en lo imprescindible entre Sánchez y Feijóo, superando la política de tierra quemada de Casado, abriría dos puertas a Esparza. Primero para que en su caso UPN pueda reeditar coalición electoral con el PP, como dique frente a la plataforma de la dupla Adanero&Sayas y a Vox, sin la certeza de que ese pacto le condena a ojos del PSOE a efectos de la gobernabilidad de Navarra. Y, segundo, justo para intentar la cogobernanza con el PSN como única posibilidad de que UPN vuelva al poder y de que Esparza siga liderando el regionalismo. Tal vez en un Ejecutivo de coalición y, en función de los acontecimientos, no necesariamente presidido por UPN. La derivada navarra del nuevo acertijo gallego: Feijóo.

Los acuerdos de Sánchez y Feijóo permitirían a Esparza reeditar la coalición con el PP sin condenarse a ojos del PSOE para intentar UPN luego la cogobernanza con el PSN