En una tertulia de buenos patriotas, un exalto cargo de la Administración hacía un canto a los políticos desde la Transición, a los que elogiaba como ejemplares por desmontar el régimen autoritario de Franco, que fue la admiración y ejemplo para otros gobiernos del mundo reconvertidos en democracias a partir de dictaduras surgidas de las guerras mundiales y la Cruzada Española. Hacía un relato de políticos ya jubilados y otros que sacrificando su merecido descanso han continuado sin la mínima queja ni beneficio. Citaba a Pep Borrell, que aún sigue dando ejemplo de patriotismo como responsable de relaciones internacionales de la UE. Siguió con Aznar, quien elevó el prestigio de España a nivel de potencia mundial al negociar con Bush y Blair en la crisis del 11 S. Pasaba a Felipe González, cuya biografía reconocía explícita como para considerarse de los políticos que más han contribuido al progreso de Europa. Hacía un panegírico de Fraga como el genio que supo prever el tránsito pacífico del franquismo y ser el cerebro de la Transición. Criticaba a Adolfo Suárez porque le consideró traidor a los principios inamovibles del Movimiento. Elogiaba a las nuevas promociones de jóvenes políticos que surgieron en la Transición citando a Pablo Casado, todavía no había sido abandonado por su Presidium. García Egea era valorado como un joven talento con su esgrima discursiva en el Congreso frente a la comunista Yolanda Díaz. Su admiración por la presidenta de Madrid, Díaz Ayuso, sería como un tratado sobre el nuevo arte de la gobernanza, pues prueba el éxito fulgurante en las elecciones de su comunidad. El cortejo lo cierra Cayetana Álvarez de Toledo, cuya dignidad exaltaba al dimitir antes de traicionar sus principios. Los restantes tertulianos disputaban por intervenir aportando cuota de elogios que aseguren su continuidad en la tertulia. “El que se va sin que le echen vuelve sin que le llamen”. Cínico griego.