ay muchos días que me gustaría vivir en un cuadro de Salaberri. Entrar en uno de esos paisajes y perderme. Sentir el tiempo detenido, la calma, el silencio, la belleza de lo que me rodea, lo esencial por encima de lo superfluo. Apreciar lo que tengo, lo que soy, y todo lo que me acompaña y dejar de pensar en lo que me falta. Vivir en uno de esos paisajes de color como quien habita en un tiempo donde solo algo bueno puede pasar. Muchas tardes bajando el puerto de Belagua me siento como en uno de sus cuadros, viendo el valle con sus siluetas de montes al atardecer, y pienso que tengo la suerte de estar donde estoy. Y en este estar coincidí hace ya muchos años con la pintura de Pedro Salaberri y sobre todo contacté con la persona que me abrió las puertas al arte local. Su obra es inseparable de su forma de ser, de su opción de vida, de su mirada hacia el mundo cercano que le rodea, los paisajes, las ciudades, las personas. Creo que Salaberri pinta lo que ama y ama lo que pinta, por eso el resultado tiene armonía, equilibrio y vitalidad. No pinta la realidad sino que la recrea en una especie de figuración poética. Y lo hace con una mirada limpia y honesta que nos abre los ojos a los demás para apreciar aquello que demasiadas veces pasamos por alto. Son obras abiertas, para que el espectador transite por ellas. Es arte por encima de muchas cosas incluso del propio mercado del arte que nunca le ha interesado demasiado. Ha podido vivir de su trabajo vendiendo lo que pinta y con ello tener el tiempo necesario para hacer de su oficio su pasión, por el arte y por la vida. Salaberri es un artista comprometido, un pintor esencial, pero no solo por sus cuadros, también por su aportación a la cultura navarra, por la manera en que impulsa y apoya proyectos de otros artistas para darles visibilidad, eso que el mismo evita. Muchas veces se la ha preguntado por la ausencia de personas en sus obras, pero realmente están, aunque no las veamos, esa es la magia de su pintura, porque sus paisajes y sus ciudades están habitados, son parte de lo que somos y necesitan nuestra mirada para completarse. Hace una semana recibía tranquilo, como suele ser y estar siempre, pero emocionado y agradecido el Premio Príncipe de Viana de la Cultura en su estudio de la parte vieja de Iruña, ese lugar de encuentro siempre con el arte y la palabra, rodeado de cuadros y de color, de amigos y de familia, seguro que con un pincel en la mano, una obra empezada y varios proyectos rondando cerca. En él, el arte es la vida y su arte nos da la opción de vivir un poco mejor, con tiempo para lo esencial.

Salaberri pinta lo que ama y ama lo que pinta, por eso el resultado tiene armonía, equilibrio y vitalidad y por eso su obra es inseparable de su opción de vida