o es difícil comprender el creciente enfado de los vecinos del Casco Viejo de Iruña de aquellas zonas que se convierten en mierdero cada jueves o cada fin de semana al amparo de una juerga nocturna sin educación ni un mínimo sentido cívico de la convivencia. Por eso es fácil entender el cabreo que se está extendiendo ahora tras la propuesta del Ayuntamiento de instalar diez barras de bar en la Plaza del Castillo para compensar la prohibición de las carpas en la zona del Labrit. Diez barras que sumar a los bares que ya rodean la Plaza del Castillo, sin cocina ni alimentos y destinadas únicamente a un inmenso abrevadero sin vajilla de cristal. No parece una buena idea, ni siquiera una idea, más bien otra ocurrencia del actual equipo de gobierno del Ayuntamiento de Pamplona. Tampoco parece que la medida sea una solución eficaz. Ni siquiera que cumpla los valores básicos de un turismo sostenible y de calidad. Más bien al contrario. Si a Maya le preocupa tanto como repite la imagen exterior de los Sanfermines, la fotografía de esa macroconcentración de bares en esa sala de estar de Iruña y de sus previsibles consecuencias, al menos estéticas, seguramente le ofrezca más motivos de preocupación. No solo ha cabreado más de lo que ya estaban a los vecinos del Casco Viejo, también ha generado polémica y malestar en la misma hostelería. La solución de ofertar diez barras de bar y sortearlas entre los bares de Plaza del Castillo y del Labrit -estos no podrán instalar las carpas de las últimas décadas, pero sí colocar barras en el exterior en la Cuesta del Labrit-, que decidan optar a una de ellas deja fuera a hosteleros de otras zonas cercanas, incluso de otros barrios de Iruña, que consideran que también tienen derecho a poder optar a ese sorteo. Hablan de discriminación y competencia desleal. Y barras de bar en el Labrit y también en la Plaza del Castillo. Si no quieres taza, taza y media para los vecinos. En definitiva, si la decisión del Ayuntamiento de prohibir este año las carpas del Labrit por la presión y las denuncias de los vecinos le ha creado un problema con la hostelería afectada, la solución ha ampliado y extendido los problemas para el equipo del alcalde Maya. Habrá más barras de las que había y hay ahora más vecinos y hosteleros encabronados de los que había antes. Un ejemplo palmario de cómo hacer que se cumpla ese Principio de Peter que proclama que todo lo que está mal es susceptible de empeorar. Me decía hace un par de días un amigo, un ptv de esos que aburren a los muertos exponiendo cada año por estas fechas sus interminables y profundos conocimientos sobre qué hacer y cómo vivir de verdad los Sanfermines, que ya solo espera que llegue el 6 de julio y suene el txupinazo no vaya a ser con que tantos errores, rectificaciones y anuncios fracasados alguna nueva ocurrencia del Ayuntamiento los acabe por joder.