Visto con el paso del tiempo, con la tranquilidad que da asomarse al encierro a toro pasado, da la sensación de que Maya se equivocó en el mensaje que quiso lanzar en 2020 tras la suspensión de los Sanfermines y que su equipo municipal ha mantenido hasta la actualidad. Dos años después, aquel panel compuesto por más 1.500 fotografías con buenos momentos de las fiestas que conformaban las palabras los viviremos, va camino de convertirse en los beberemos. De un tiempo a esta parte hablar de San Fermín es hablar de la hostelería y de alcohol. Así nos va. Como si no fuera un problema social lo que se bebe y la edad a la que los adolescentes y jóvenes se inician. Incentivar el consumo de alcohol desde las instituciones públicas es algo grave y muy preocupante y puede dañar no solo la salud de las personas sino la imagen de la ciudad. Es incomprensible que el concejal de Seguridad Ciudadana, Javier Labairu, lance la idea de que “espero que las barras ayuden a frenar el botellón” en alusión a las diez barras extras que han autorizado en la Plaza del Castillo. El botellón seguirá su camino, que no suele ir precisamente por las barras del centro y otros tantos se quedarán consumiendo sin control en un botellón bastante más caro pero igual de perjudicial para todos y todas. Con la de cosas en las que se podría estar invirtiendo energía y dinero de cara a las fiestas, pero está claro, seguir la fórmula de Ayuso da resultados y en eso parece que está Maya, Mayuso, en alentar la libertad de beber hasta perderla.
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