No sé si se habrá hecho alguna vez, pero estaría bien intentarlo. Saber cuántas fotos al día se sacan hoy en día en San Fermín y cuantos vídeos se graban y difunden por la red. Todo lo que pasa queda registrado.

Vemos la fiesta a través del móvil, igual que vemos la vida, porque vivimos movil-izados, más que movilizados, que se escribe igual pero no significa lo mismo. Lo fotografiamos todo, pero no tanto para verlo después sino para que lo vean otros. Es como si tener una experiencia y vivirla no fuera suficiente si no la compartes. Las comidas, las juergas, los encuentros, los bailes, las risas... todo lo bueno.

Testimonios de una fiesta que ya no cabe en imágenes. Lejos quedan aquellos tiempos de carrete cámara en mano, hoy el móvil y lo digital nos facilitan la vida tanto como nos la complican. Estar conectados y mandar la ubicación, algo impensable hace unos años en unas fiestas en las que dejarse llevar y perderse es parte esencial de lo que seguro vas a vivir. Miles, millones de fotos que se almacenan en esa nube a la que pocas veces volvemos.

Y desde ese lugar, estos días al móvil le da por recordarnos dónde estábamos hace un año o dos. Que distinto era todo. Que fotos más diferentes de esa imagen en blanco y rojo que este año de nuevo llena la nube.