Ayer se conoció, a través de una entrevista en el medio digital Relevo, que el exosasunista Predrag Spasic, de 57 años, serbio, defensa en las campañas 1991-92, 1992-93 y 1993-94, pasa por problemas laborales y económicos en su Serbia natal, a la que volvió tras dejar Osasuna y España a mediados de los años 90. Comenta que perdió sus inversiones a causa de la Guerra de los Balcanes y que aunque no quiere pedir nada sí que está pasando una mala temporada, trabajando como mozo de almacén y ganando apenas 400 euros al mes. Bueno, un club de fútbol como Osasuna no es una ONG y al cabo de su historia pasan por sus filas miles de personas, tanto jugadores de élite como de categorías inferiores, así como personal, trabajadores, etc, etc. Y, además, en esta vida muchas veces –no tengo ni idea del caso concreto– uno a veces –a veces– es 100% responsable de sus fracasos y éxitos y de su situación actual, pero si somos un club en el que, según reza la frase que hay en vestuarios, la frase del malogrado David Beriain, Honramos nuestro pasado, una manera de honrarlo sería cuando menos utilizar las herramientas que tiene una institución potente para interesarse por el caso concreto de Spasic y según se vea la posibilidad, su disposición y todos los factores tratar de echar una mano, ya sea de manera directa o simplemente haciendo de puente para otras ayudas, de la clase que sean, al antiguo rojillo. Ya digo, que un club profesional no es la Cruz Roja y además habría que conocer bien las circunstancias, pero al menos quienes le vimos defender siempre con honradez y entrega aquellos 3 años la elástica roja agradeceríamos el detalle o la muestra de humanidad de nuestro club, que las ha tenido y muchas y bienvenidas sean con otras muchas personas previamente. “Necesito ayuda”, dice Spasic. No sé, algo siempre se puede hacer cuando hay un mínimo interés en ello. ¿El qué? No sé. Ayudar.
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