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Los 50 años de los Encuentros del 72 celebrados en Pamplona han coincidido en el tiempo con los 25 años del Museo Guggenheim. Salvando todas las distancias, que son muchas, Pamplona y Bilbao se han volcado en evocar la importancia de sus referentes o eventos culturales, en dejar constancia de lo que han dejado con el paso del tiempo y lo que suponen para la sociedad. Y lo que resulta evidente al entrar en comparaciones es que Bilbao acertó hace 25 años en su apuesta de riesgo, porque lo que fue un proyecto criticado y cuestionado, también por su elevado coste, se ha convertido en algo más que un inoco, en motor económico y artífice del cambio experimentado en la ciudad yen un referente mundial del arte y la arquitectura contemporánea. Pero Navarra no tiene su Guggenheim, ni grandes proyectos que le coloquen en el mapa mundial de la cultura, eso hay que reconocerlo por mucho que cuente con grandes nombres propios, y no parece que se esté a tiempo de llegar ya a esos circuitos. Por eso las apuesta culturales son aquí de pequeño alcance, de proyección más local que global. Más para los de casa que para atraer visitantes, dimensionadas no ya a lo que la sociedad pudiera demandar en este ámbito, sino a lo que desde los presupuestos públicos se destina a la Cultura, casi siempre en el último escalón a la hora del reparto. Pero este 2022 era una fecha importante para Pamplona, porque los Encuentros del 72 son parte de la memoria cultural del Estado, y hay que reconocer que con aciertos y errores le han sabido sacar el partido posible inventando una cita con entidad propia como han sido los Encuentros 72-22. Una cita en la que se han implicado varias instituciones y entidades, que se ha centrado en el diálogo para facilitar un acercamiento a los problemas contemporáneos desde el ámbito del pensamiento y la cultura, pero que ha estado demasiado alejada del ciudadano de a pié. Es tiempo de balances y en este caso no son suficientes las cifras, como casi nunca lo son en el terreno de las ideas. En total se han programado en trece días unas 70 actividades entre diálogos, mesas, debates, conferencias, cine, talleres, actividades como conciertos, teatro o danza. Actos que han sido seguido por unas 12.000 personas y que han contado con un presupuesto de 760.000 euros, una cifra importante si se compara con otras partidas del sector.