El euskera no es pasado, aunque la Mano de Irulegi haya puesto en evidencia la historia de una Navarra que algunos sectores han tratado siempre de ocultar o minusvalorar. Los idiomas, las lenguas y entre ellas el euskera como lengua propia, son un futuro que necesita construirse en un presente plural y abierto a los cambios. Adaptarse a los nuevos tiempos. El bilingüismo no es solo un gesto en carteles, tuits, saludos o programas. Es un derecho que debe contar con garantías jurídicas, presupuestarias y materiales, que se basa también en la voluntad individual y colectiva. Por eso precisamente las posturas y explicaciones previas tanto desde el PSN como desde UPN en torno a la legítima y legal propuesta del ayuntamiento de Mañeru, de entrar en la zona mixta, vehiculizada por Geroa Bai, Podemos-Ahal Dugu e I-E, rezuman precisamente a pasado. Pero no al pasado arqueológico que tanto enriquece el presente, sino a una forma política de entender Navarra que creíamos ya superada. Porque el euskera sí importa para muchos navarros y navarras. Sí es prioritario en el sentido de que no hay que ponerlo ni por delante ni por detrás de otras prioridades sociales y políticas perfectamente compatibles desde planteamientos incluyentes, tolerantes y progresistas. Tendamos una mano al euskera mirando al futuro. Es el camino.