La negociación entre Salud y parte de los médicos –hay bastantes muestras públicas por parte de médicos y médicas en las que exponen por qué no van a la huelga– parece estar en esos momentos de notable punto muerto, en el que unos y otros han mostrado ya las que creen que son sus últimas cartas. El caso es que uno de los principales problemas que se ven aquí es que los médicos –los que han promovido la huelga– han mezclado, imagino que conscientemente, reivindicaciones justas con otras injustas a ojos no ya solo de Salud sino del ciudadano. Si tú cobras equis dinero por renunciar a currar en tal sitio en tus horas libres, si te pones a currar en tal sitio tienes que dejar de cobrar, porque ya has dejado de renunciar. Todo no se puede, lo hagan en Cuenca o no lo hagan. Lo que hay que hacer es mejorarte el sueldo. Y las condiciones. Y la agenda. Y, si me apuras, el concepto completo, pero no a fuerza de injusticias, injusticias que, por otra parte, transmiten a la sociedad una imagen pésima del colectivo, capaz por lo que se ve de querer cobrar por algo que no hace. Salud, mientras, se ve fuerte en ese campo pero bastante desbordado en otros, en la medida en la que es perfectamente consciente de que las condiciones generales de la profesión y del servicio han ido empeorando en los últimos lustros sin que se haya puesto ni el dinero necesario sobre la mesa ni, qué sé yo, la voluntad de que el sistema fuese más eficiente, sin olvidar que hemos tenido una pandemia de esas de cada 100 años que dejó a muchos y muchas al borde del agotamiento y que ha hecho reventar muchas costuras que hasta entonces mal que bien se mantenían. Por el bien de todos, confiemos en que las posturas se vayan acercando y lo hagan precisamente en los puntos que mejor recogen la idea de la sanidad pública: mejorar tus condiciones a todos los niveles para que rindas a tope en beneficio de todos.