El PP de Navarra cada día se parece más a esos equipos ingleses llenos de pasta que en el mercado de invierno sacan la chequera y se fichan a medio Europa. Quizás no ofrezca pasta, pero sí unas buenas perspectivas electorales. Ahora la que cae en sus redes es la senadora por Navarra –y por Navarra Suma, a la que llegó vía un Ciudadanos con el que rompió peras hará un par de años o así– Ruth Goñi, que esta semana escenificó su alta como afiliada con Amelia Salanueva, también senadora por Navarra y que fichó por el PPN en 2018 tras casi o sin casi 30 años en UPN. Goñi, que mantuvo una dura disputa en Ciudadanos con el ahora principal líder Carlos Pérez Nievas, comentó que no habían hablado aún de lugares o puestos, pero la lógica nos dice que quienes han estado en puestos de relumbrón, como así han sido los últimos tres fichajes –Sayas, Adanero y Goñi–, querrán al menos verse en puestos de salida en determinadas instituciones o cargos, no solo como meras piezas internas. Por ahora, Adanero ya se ha hecho con el número 1 en la lista al Ayuntamiento de Pamplona y veremos en qué quedan las aspiraciones de Sayas y de Goñi, una política que hace tiempo dejó claro que su paso por la política no tiene que ver con la necesidad económica puesto que según se desprende de su declaración de bienes dispone de varios millones de euros. No obstante, aunque el dinero no sea lo importante en este caso, sí que pueden serlo motivos tan simples como el prurito personal que supone estar en puestos de relumbrón, metida o metidos en el cogollo de la política ya sea foral o nacional. El caso es que esto, unido al aparente claro discurso de que UPN querría pactar con Sánchez para gobernar en Navarra, hace que las expectativas del PPN en Navarra se hayan disparado como tal vez nunca en democracia, posiblemente –si su subida se certifica– en detrimento de UPN. Una batalla en toda regla.