Abril es el mes de los libros y de la memoria. Días por un lado para celebrar lo mucho que nos aportan los libros, con sus historias que nos abren caminos a mundos imaginarios y días para avanzar hacia el futuro reivindicando nuestra memoria, en la necesaria exigencia de verdad, justicia y reparación. Alienta ver a las nuevas generaciones implicándose en esa lucha contra el olvido, estudiantes que conocen de primera mano los testimonios de familiares de quienes sufrieron la parte mas dura de la guerra y la dictadura franquista gracias a las iniciativas del Instituto Navarro de la Memoria, como el Encuentro Intergeneracional en el Parque de la Memoria que esta semana celebró su cuarta edición. Una cita en Sartaguda, a los pies del muro que recoge los nombres de esas miles de personas represariadas, en la que 1.200 alumnos y alumnas conocieron en vivo, fuera de los libros, lo que fue el golpe militar de 1936 a través del relato de los familiares de personas asesinadas en Navarra. A veces esa es la mejor manera de aprender. Escuchar para entender y para poner luz y poder ver lo que demasiadas veces se ha ocultado. Tratar de llevar lo que cuentan los libros de historia, y también lo que ocultan, de las páginas a la vida, que al final es la mejor escuela. Y así tratar de que los jóvenes aprendan que ese pasado doloroso no debe volver a repetirse, que el impacto de las guerras sigue vivo mucho tiempo después de que estas acaben.