Un despiste. Sin duda. Alberto Núñez Feijóo, presidente del Partido Popular, estuvo en Pamplona antes de un acto político en Cintruénigo. Posó junto al Monumento a los Fueros y entró a un bar de la Estafeta. Pero olvidó una visita a la tumba de José Rodríguez-Medel, comandante al mando de la Comandancia de la Guardia Civil de Navarra en 1936, asesinado el 18 de julio de dos tiros por la espalda por uno de los guardias sublevados. El Jefe de la Comandancia había rechazado la oferta del general Mola para sumarse al Alzamiento militar. Medel mantuvo lealtad al legítimo Gobierno de la II República y a la Constitución de 1931. Así habrían tenido más credibilidad sus palabras en Cintruénigo: “Nadie nos tiene que explicar lo importante que es la Guardia Civil para Navarra, que siempre ha defendido la Constitución en este territorio”. No en aquel caso, evidentemente. No aquella Constitución. Y con el mismo uniforme se trató de violentar el Gobierno constitucional de 1982. Pero todo venía a cuento de la recurrente monserga de la salida de la Guardia Civil de Navarra con motivo de la muy tardía y lenta recuperación de la competencia exclusiva de Tráfico, un derecho histórico usurpado por Franco. La tesis perversa de extender a toda la Guardia Civil lo que solo afecta a los agentes de Tráfico, y de imputar a la izquierda abertzale (“El PSN, rendido ante EH-Bildu para sacar a la Guardia Civil de Navarra”) lo que han pedido Gobiernos forales de distinto signo. Confundir para azuzar a ignorantes y excitar a exaltados. El cronograma de la recuperación tiene varios años por delante: por gestión y por demandas judiciales. Feijóo estuvo acompañado por expatriados de UPN, del partido “navarrista” al que ahora quiere aparentar serlo. También podría haber viajado a Orbaizeta y comprometerse a la desclasificación de los papeles de Mikel Zabalza. Cuando quiera hablar de lealtad, ya sabe dónde hacerlo: en la tumba del comandante Medel. En Berichitos.