La campaña avanza en su primera semana y entre el baile de propuestas, iniciativas y ocurrencias –la de Esparza anunciando que acabará con el adoctrinamiento escolar con su foto ante las fachadas de dos centros concertados en la avenida Juan Pablo II es de nota–, los matices son un elemento interesante que desvelan cosas. Sobre todo, los nervios de quienes intuyen o saben que las percepciones y encuestas comienzan a ocupar más espacios de sombra que de luz. La evolución de sus declaraciones ya dicen mucho. Reclamaba Esparza el pasado fin de semana, un día antes de que Feijóo y Abascal aterrizaran en Pamplona, en el habitual ejercicio de paracaidismo de estas ocasiones , que Madrid interviniera en la política Navarra más allá de lo que resulte de las urnas. Envolver a Sánchez para intentar evitar que UPN siga en la oposición otros cuatro años más, la bancada que viene ocupando desde 2015. Nada nuevo. Un truco ya viejo este de saltarse a la torera la voluntad democrática de los navarros y navarras en las urnas. Mercancía de la peor calidad democrática a la desesperada para forzar un blindaje de los intereses partidistas de UPN. Dio su resultado antes, pero sus consecuencias fueron desastrosas para Navarra, tanto en 2007 como en 2011. No ya porque sus votos sigan estando muy lejos de ser suficientes para poder recuperar el Gobierno de Navarra, sino posiblemente porque en estas elecciones de 2023, tras la ruptura de Navarra Suma y la división de las derechas en tres candidaturas, la irrupción del PP con ex dirigentes de UPN en las candidaturas e incluso el hipotético ascenso de la ultraderecha de Vox que apuntan las encuestas previas –no lo veo o quizá no lo quiero ver–, pueden derivar en un retroceso importante del espacio electoral que lidera Esparza. Es triste eso de repartirse el poder antes de que voten los navarros y navarras el próximo 28-M y alardear públicamente de reducir el valor de la democracia a un plano anecdótico que hay que soportar cada cuatro años. A las derechas, no solo en Navarra, sino en el conjunto del Estado español, la democracia solo les sirve e interesa si ganan como Dios manda. En caso contrario, a echar mano del golpismo encubierto permanente, la confrontación constante y la inestabilidad como único fin. Llamar a Madrid para exigir esa absurda propuesta de blindaje nada tiene que ver con los llamados intereses generales de Navarra. Un error de Esparza, inútil además, tan burdo como aferrarse de nuevo a repetir otra vez los viejos fantasmas de hace 10, 20, 30 o más años atrás. Y que evidencia de nuevo una concepción predemocrática y preconstitucional e interesada de la política. También de las instituciones navarras, del propio régimen foral y de la voluntad democrática de los ciudadanos y ciudadanas navarras. Pero no es un matiz menor, quizá refleja cual es la situación del espacio de UPN en el tablero electoral a apenas 10 días de las elecciones. El aliento del PP y de Vox parece sentirse más cerca de lo previsto por la actual dirección de UPN. Debiera atender ese riesgo como prioridad, porque a estas alturas del siglo XXI no tiene sentido político alguno airear los mismos miedos y los mismos tópicos que ya fracasaron como argumentos electorales. La sociedad navarra es hoy más libre que en aquellos viejos años.