¿por cuánto venderías tu voto? Entre el 30% del censo, aproximadamente, que no participa en ninguna de las elecciones, los que lo hacen con desgana y los que no tienen clara la papeleta hasta última hora, en todo ese numeroso registro asoma un caladero para que chapotee el fraude a sus anchas. La constatación de malas prácticas en el voto por correo en distintos escenarios solo ha sacado a titulares de prensa lo que a buen seguro era una vieja práctica mantenida en secreto. Hay por ahora cinco focos, en Melilla y en localidades de Alicante, Almería, Huelva y Zamora, pero si desarrollan una investigación profunda saldrían a la luz muchos más. En un país de pícaros solo es cuestión de poner el oído y rascar un poco. El fraude electoral tiene más versiones; recordaré, a bote pronto, los autocares que pone un partido para acercar a las urnas a cambio de sobre y lista; las papeletas que se reparten en las residencias de ancianos; suplantaciones de identidad; desaparición de papeletas de partidos; alteración de actas; acuerdos de ‘intercambio de favores’ con determinadas etnias… ¿A alguien le extraña que haya personas que vendan su voto por 200 euros o un vale de comida? A mí me parece que es una contraprestación muy baja cuando el inductor va buscando perdurar el engaño en su beneficio, después desde su posición dominante en las instituciones. Para ellos, una urna es una hucha. Yo creo que si permitieran poner una mesa en la puerta de un colegio electoral ofreciendo dinero por no votar o cambiar el voto, nos llevaríamos una gran sorpresa.