Hay una cosa que todos los que tengan hijos o hijas saben bien y es ese interés que tienen a ciertas edades por el concepto de El mejor o La mejor. Son capaces de preguntarte mil veces quién es el mejor futbolista, el mejor ciclista, la mejor tenista, la mejor cantante. Una cosa, ya digo, infantil, que tratas de capear explicando que en el 99% de actividades es casi imposible extraer quién o quienes son los mejores. Esta semana vuelve a estar de moda el debate al hilo del 23º título individual de Grand Slam –Australia, Roland Garros, Wimbledon y US Open– que ha ganado el serbio Novak Djokovic, que adelanta así a Rafa Nadal, que tiene 22, y a Roger Federer lo deja atrás, puesto que el suizo, ya retirado, se quedó en 20.

Leí no recuerdo dónde que con esta victoria del serbio –ganó Roland Garros el domingo– quedaba zanjado el debate de quién es el mejor. Esto es una osadía importante, creo yo, puesto que acumular 1 o 2 o incluso 3 grand slams más en cifras que llegan a la veintena no tiene por qué ser un detalle definitivo. No sé, no se me ocurre pensar que Nadal haya sido mejor que Federer por tener 2 títulos más. O que Djokovic sea mejor que los otros dos por tener más. Cuando se retiren Nadal y Djokovic, analizando bien y con mucha calma todos sus resultados tanto en los grandes torneos como en los demás principales torneos y competiciones internacionales tal vez se puedan extraer números que nos digan cuál de los tres ha sido el más exitoso, que no el mejor, puesto que el concepto el mejor es en sí mismo un concepto equivocado para añadirlo como adjetivo a un deportista. Hay veces que puedes decir sin miedo que mengano es el mejor de su equipo o zutana la mejor tenista de este año, pero hay otras muchas en las que el debate es inviable. A día de hoy, el debate sobre el tenista más destacado de la historia sigue ahí, aunque cierto que Djokovic va sumando puntos.