Este año llevo, a falta de la recta final de fiestas, cinco encierros vistos en vivo y en directo.

Debuté con los de Cebaga Gago en el Hilarión gracias a las gestiones de mi hermano Miguel. Es una gozada porque estás prácticamente a ras de tierra y es lo más parecido a ser participante directo de la carrera. Así, de paso, me acuerdo de aquellos años ochenta en los que salíamos a correr (o por lo menos lo intentábamos) cada mañana.

El inconveniente es que apenas ves a la manada hasta que ya está justo delante de ti. Esa perspectiva que te falta, la he obtenido viendo la carrera desde un balcón en mitad de la Estafeta por obra y gracia de la invitación de los Fernandos, Zufía y Olleta.

Son muchos -se habla de unos ocho mil- los espectadores que se agolpan en el recorrido para ver la carrera y, en muchos casos, pagan bastante pasta por ese lujo. Es cierto que en el pack suele venir acompañado de un desayuno goloso, vivir la emoción y la tensión que se palpa en la calle entre los corredores antes de que empiece el espectáculo, la posibilidad de ver en la tele toda el tramo de carrera que no tienes justo debajo de ti y, con un poco de suerte, contar con la presencia de algún compañero de balcón que domina el tema y te puede explicar detalles del encierro. De hecho, el día de los de Núñez del Cuvillo, compartí espacio con tres brasileños encantadores que la primera pregunta que me hicieron era ver si sabía de qué lado venían los toros y cuantos muertos había cada años. Ya sé que no viene a cuento, pero la verdad es que como algo del tema conozco, creo que me lucí y sin llegar a darles una lección magistral, se fueron de la Estafeta habiendo visto la carrera y con alguna noción más de este espectáculo sin igual.

Pero luego claro, dan las ocho en punto, suena el cohete y saltan a la calle los Jandillas que se tragan literalmente los 848 metros de carrera en un santiamén. Y muchos de los que han aflojado la mosca, aunque tiene la adrenalina por las nubes, ven que el show se les ha quedado corto. Vamos es como pagar unos buenos billetes por hacer puenting o ir a visitar el Museo del Prado. El entusiasmo de la primera opción es brutal, pero viendo cuadros puedes estar toda la mañana.

282

Fotos del sexto encierro de San Fermín 2023 en Pamplona con toros de Jandilla Fotografías Joxerra Larrañaga, Santiago Torrado, Emilio Zazu, Oskar Montero, Iñaki Porto, Juan Antonio Garaikoetxea, Unai Beroiz, Patxi Cascante, Pablo Roa, Oriol Maza, Javier Bergasa, Iban Aguinaga, Jon Urriza, Sergio Martín, Anne Arguiñariz, EFE y EP.

Por eso, los otros dos encierros, los he visto en la Plaza y no hay color. Victoria por goleada.

Para empezar, la entrada es asequible a todos los públicos. Te mezclas con cuadrillas de adolescentes que se resisten a que la noche se acabe, familias con el niño medio dormido todavía y extranjeros ojipláticos por ver lo que están viendo. Empiezas con unas jotas, un mariachi o unos acróbatas, tienes dos tandas de kiss-cam y con un poco de suerte, en unos segundos, alguno arregla lo que andaba persiguiendo toda la noche. Hay karaoke con lo último del mercado musical (casi me he aprendido ya la letra esa de la noche ochentera)y pantalla gigante para que veas como Zalagardo, Engorroso, Torbellino, Herrerillo, Vibrante y Versolaro galopan a máxima potencia por el casco viejo pamplonés y en dos minutos y pocos segundos los ves con tus propios ojos pisando el albero.

¿Que se te ha hecho corto? No hay problema. Viene después una ración de vaquillas y ahí con Edurne y Maialen como estrellas principales, disfrutas con los revolcones que se lleva alguno y el susto de los que, sin saberlo, siente en su espalda a ese enorme manso llamado Jalisco que se encarga de volver con sus chicas al corral.

La calle, espectacular pero la Plaza, inigualable. Merece la pena probar.