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Mesa de Redacción

Joseba Santamaria

El euskera no puede ser un desacuerdo

El euskera no puede ser un desacuerdoEfe

La política es un ámbito público en el que siempre pasan cosas. La elección de la Mesa del Congreso ha traído consigo muchas cosas. La más relevante quizá sea que la mayoría democrática de la Cámara Alta se sitúa en el bloque progresista y supera, de partida al menos, a las derechas. Esa suma, como siempre en política, se construye con negociaciones y acuerdos y en este caso, entre ellos está el compromiso del pacto lingüístico entre el PSOE y sus aliados de Navarra, la CAV, Galicia y Catalunya para trasladar a la UE el reconocimientos del euskera, el catalán y el gallego como lenguas oficiales y de trabajo en las instituciones comunitarias. También el compromiso del uso de estas lenguas en las sesiones de la Cámara Alta y de impulsar una ley orgánica que sitúe al conjunto de la Administración del Estado, incluida la administración de justicia, como garante del derecho de los ciudadanos a utilizar estas lenguas. Son dos buenas noticias, aunque lleguen muy tarde y aunque falte comprobar todavía como se hacen realidad. En todo caso, permiten al PSOE avanzar en la investidura de Sánchez. Pero también muestran el absurdo político de la posición inmovilista del PSN en Navarra respecto al euskera y dejan en ridículo los discursos más beligerantes de las derechas navarras que utilizan el euskera como arma de confrontación política y territorial. Ya tiene mala hostia que el euskera avance hacia la normalidad en Europa y en el Estado español y en Navarra, donde es una lengua propia, sea excluido de gran parte de su territorio y ninguneado para los miles de navarros y navarras que habitan esas zonas y exigen tener una acceso en igualdad de condiciones y con los mismos derechos al euskera. Chivite es presidenta del Gobierno con 30 apoyos en el Parlamento de Navarra y de esos 30 votos, 19 (Geroa Bai, Contigo-Zurekin y EH Bildu) están a favor de impulsar una normalización en positivo del euskera que garantice su viabilidad y supervivencia como la lengua propia histórica de Navarra que es. Es cierto que si el PSN suma sus votos en contra de esta demanda ciudadana mayoritaria con UPN, PP y Vox alcanzarían los 31 escaños, pero ese ya no sería el proyecto de progreso y plural que dice encabezar Chivite en Navarra, sino otro muy distinto. Y posiblemente tampoco sería presidenta del Gobierno. El euskera no puede formar parte de los desacuerdos del Pacto de Gobierno que sostiene al actual Ejecutivo y su mayoría parlamentaria. En ese Acuerdo Programático hay puertas abiertas para dar pasos efectivos que ayuden a avanzar al euskera con normalidad y sin estridencias ni acusaciones insidiosas ni mentiras y que contribuyan a alejar esta lengua de las trincheras políticas en el que se le mantiene interesadamente por infumables intereses partidistas y electorales. Los acuerdos de Madrid son una oportunidad de avanzar en un consenso clave en el que está en juego una buena parte del legado cultural y humano histórico de Navarra. Quizá me equivoque, pero creo que esta Legislatura será, también con el euskera, tiempo de avance más que de bloqueo y de discriminación. Porque pese a todos los obstáculos, el euskera avanza en positivo en la sociedad navarra. Queda mucho por hacer, pero Navarra ya no se entiende sin el euskera. Y eso también lo sabe el PSN si tiene interés de crecer electoralmente.