Es un clásico de la política de UPN cada vez que está al frente del Ayuntamiento de Pamplona intentar liarla con las fiestas de San Fermín Txikito. Ibarrola sigue con la tradición. Entre foto y foto de esa gira promocional que se ha autoorganizado por diversas ciudades –la última foto ha sido con Martínez-Almeida, el pomposo y sonrojante alcalde de Madrid que está dejando la villa como un erial lanzado a una frenética tala de arbolado con el cemento como alternativa–, Ibarrola ha encontrado un momentico para entrar como elefante en cacharrería de nuevo y prohibir diversos actos culturales y musicales ya programadas en locales, sociedades y peñas por los vecinos del Casco Viejo de Iruña. Además de la sucesión de rectificaciones que ya ha protagonizado Ibarrola en sus apenas 100 días de alcaldesa –el aparcamiento en la Plaza de la Cruz o la negativa a poner baños públicos en estas mismas fiestas–, ése es hasta ahora el factor más visible de su política municipal, pasearse por la vida municipal como elefante por cacharrería. El mismo viejo sectarismo del que ha hecho gala siempre UPN contra las fiestas de San Fermín de Aldapa y otras fiestas populares. Siempre poniendo pegas y trabas a los colectivos vecinales y barrios. Y no a todos. Ibarrola prohibe en el último segundo actos anunciados en el programa, ya contratados y que llevan años celebrándose sin problema. El mismo Ayuntamiento y la misma alcaldesa que tienen sometido al Casco Viejo y a sus vecinos a las consecuencias de haber convertido el barrio en un abrevadero casi permanente y centro de todo tipo se saraos oficiales con todos los permisos oficiales y bendiciones políticas. Hay una intención permanente de molestar a todo grupo social, cultural o vecinal que no acepte una sumisión ideal a su conservador y cada vez más sombrío y aburrido modelo de ciudad. La derecha siempre llega tarde a asumir las responsabilidades del modelo democrático. Y, muy a menudo, lo hace con indisimuladas muestras de disgusto, en especial contra todo aquello que evidencia una participación ciudadana y popular en la vida de la ciudad. El TAN le acaba de mandar un nuevo varapalo judicial por otra fechoría similar el pasado año. Hay políticos que necesitan de la inestabilidad continua, de la división en función de sus intereses de unos vecinos y otros, de unos barrios y otros para protagonizar la política. La mala política. La de joder la vida y la convivencia y alimentar el malestar, la crispación y la bronca. Se equivocan de plano. Las fiestas de San Fermín Txikito son las de un barrio de Pamplona, pero van más allá de ese espacio vecinal, son también las fiestas de miles de pamploneses que se trasladan desde otras zonas de la ciudad para disfrutar de un ambiente festivo popular, abierto y participativo. El ingenio popular, la solidaridad y la voluntariedad son un plus democrático de numerosos actos festivos impulsados por los ciudadanos ahora en San Fermín Txikito y durante todo el año en todos los barrios y espacios de Iruña al margen de la burocrática y monótona oficialidad institucional. Y eso no hay prohibición que lo vaya a cambiar. Ibarrola dice no estar preocupada por una posible moción de censura que le descabalgue de la alcaldía de Pamplona lo que quiere decir que en realidad lo está, claro. Motivos tiene para ello. Este es uno más.
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