El futuro de Europa bebe de la construcción de un espacio común de desarrollo compartido en torno a la Unión Europea (UE), y vuelve a demandar una reflexión conjunta, un consenso y un impulso cuyo termómetro es desde mañana la cumbre que se celebra en Granada. Ampliación e inmigración son los enunciados principales de la cita pero subyacen factores que convierten estos retos en motivo de tensión. En primer lugar, la incapacidad de definir una política migratoria compartida es palmaria. Siguen primando las aproximaciones individuales al problema y persisten recetas que hasta la fecha no han servido para gestionar eficientemente el fenómeno, como la mera estrategia de financiación de un cinturón antimigrantes caro e ineficiente en los países de la ribera sur mediterránea o el éticamente incomprensible endurecimiento de las condiciones de asilo a refugiados. Pero, enquistado como parece este asunto y sin visos de solución, los gobiernos han optado por pasar página y afrontar la estrategia de ampliación y consolidación del proyecto de la UE. El horizonte de aumentar a 35 países miembros el diseño que ha mostrado dificultades con 27 identifica una necesidad de acondicionarlo a la nueva realidad, que también incluye a las naciones sin Estado. Pero incluso en el marco interestatal, asuntos como la toma de decisiones –donde el derecho de veto sigue vigente– demanda un difícil consenso interno. Ha quedado de manifiesto que la ampliación no es por sí misma un factor de estabilidad ni una garantía frente a las amenazas a la democracia. Los ejemplos de Hungría, Polonia y otros populismos que acaban por contaminar los usos y principios democráticos que persigue la UE son prueba de ello. Incorporar a nuevos miembros debe pasar por un proceso de reforzamiento, no de cuestionamiento de los valores. La Unión no se concibió como un mero mecanismo de estabilidad económica y, habiendo acreditado su eficiencia en ese sentido en las crisis más recientes, la incorporación al club del bienestar europeo conlleva compromisos adicionales en materia de derechos, libertades y procedimientos democráticos. Solo así, la ampliación reforzará a la Unión en su papel global porque, de lo contrario, se limitará a contaminar su seno con tensiones no resueltas fuera de él.