Con el móvil a todas horas, pero no en clase ni en el recreo. Difícil trabajo el que tienen por delante generaciones enteras de estudiantes y educadores. El móvil es parte de nuestras vidas y ha venido para quedarse, pero la clave está en qué papel debe ocupar en cada momento, sobre todo en la edad escolar. El uso del móvil con fines educativos aumentó mucho con la pandemia en casa y en clase y parece que es momento de limitarlo. No se trata de estar en contra de la tecnología sino de reflexionar sobre su uso para lograr el más adecuado. Algunos países han prohibido que los alumnos y alumnas lleven el móvil al colegio e institutos. Aquí por el momento la norma no ha llegado y depende de cada Comunidad y en el caso de Navarra es una cuestión que compete a los centros aunque en general, no se permite su uso salvo excepciones. Pero en la CAV ya han comenzado a experimentar en algunos institutos con la prohibición, contando eso sí con el apoyo de las familias.

Creen que se pueden mejorar así los resultados académicos y sobre todo combatir el ciberacoso y el bullying en los centros escolares. Vivimos pegados a la pantalla, la miramos inconscientemente. Entramos y salimos de vidas ajenas, recorremos lugares sin movernos del sitio, chateamos, jugamos, nos comunicamos, aprendemos y perdemos tiempo y nos perdemos vida pero seguimos con el móvil en las manos. Nos angustia la idea de perderlo. Salir de casa sin él es impensable e imposible si pretendes viajar y moverte de tu ciudad . Compramos, viajamos, leemos, estudiamos, hablamos, nos divertimos, conoces gente y la pierdes, todo a través de la pantalla. Es adictiva y engancha. Y ahora de nuevo surge el debate de su uso o no en las aulas, de si debe o no prohibirse en los colegios e institutos como han hecho ya en varios países. No sé, creo que la idea de prohibir siempre lleva consigo un punto de tentación por saltarse la norma. Aceptando que el móvil en el aula es al mismo tiempo un elemento de distracción y una herramienta para la formación y que tristemente en los tiempos actuales es también un arma con la que ejercer el acoso escolar a otros compañeros, no es menos cierto que es en el aula donde mejor se podría educar para su correcto manejo. Que las nuevas tecnologías y la aplicación de estas a la vida cotidiana deberían ser una asignatura como otras tantas. Prohibir llevar el móvil a clase implica una aceptación de las normas por parte de la comunidad educativa y las familias, pero sobre todo tendrá que ir acompasado de un uso más controlado en la vida diaria social y familiar. Establecer hábitos sanos, desconectar de vez en cuando, aceptar que hay vida más allá de las redes. Educar, más que prohibir.