Estamos ya cerca de 2024 y aún no se ha avanzado prácticamente un metro en una solución temporal o definitiva para ese mamotreto insultante que seguimos teniendo los pamploneses al final del Carlos III, que se erigió para honrar a los muertos de un golpe militar y que carece prácticamente por completo de utilidad desde hace 70 años, más allá de que dentro se han celebrado infinidad de misas franquistas y fascistas. Aquí hay leyes pa todo, memorias históricas, jurisdicción, concursos de ideas, planeamientos urbanísticos, congresos, charlas, comisiones, votos, etc, etc, pero no se mueve una piedra.

He escrito decenas de veces que la mejor resignificación del tormón ése es echarlo abajo y abrir esa plaza y darle una nueva utilidad a una zona que podría ser una maravilla y que no deja de ser un fondo de saco gris e infrautilizado, especialmente teniendo en cuenta el fantástico enclave en el que se encuentra. Me podría convencer en que la demolición no es la mejor idea el hecho de que me señalen que el costo económico de llevarla a cabo es muy superior a algún otro proyecto que se pueda elegir, pero mientras vivamos en la ciudad los que ahora vivimos es obvio que si la cúpula sigue ahí para la mayoría de nosotros va a ser un monumento de exaltación de la muerte y el exterminio de miles de navarros en una comunidad en la que no hubo frente de guerra sino pura y llanamente asesinatos en masa de los sublevados. Hace ya 8 años que con Asiron en la alcaldía se comenzó a mover algo el asunto, pero a fin de cuentas han pasado esos 8 años y las distintas burocracias que jalonan todos estos asuntos y las diferencias políticas han llevado a un punto de parálisis a aquello que se movió. UPN y PPN siguen aferrados a que todo siga como está y parece que habrá que esperar a un nuevo cambio en el poder para proseguir aquello que se inició. El tiempo pasa, el mamotreto permanece.