Hoy he decidido que la palestina Ahed Tamimi va a ser mi heroína en este arranque navideño por San Saturnino. Por ella y por la causa palestina recuperaré el pañuelo de la primera Intifada (1986). La activista palestina de 22 años se encuentra en la lista de 50 mujeres a las que Israel podría liberar. Y eso me da vida. La joven fue liberada en 2018 cuando tenía 17 años tras permanecer ocho meses en prisión por abofetear a un soldado que invadió su casa de Nabi Salé, en Cisjordania. Aquel vídeo se ha vuelto a hacer viral. “Todo palestino resiste a la ocupación desde su nacimiento”, mantenía en una entrevista nada más ser liberada. Ya con apenas 14 años, se convirtió en un icono de la resistencia del pueblo palestino al morder a un soldado israelí que intentaba detener a su hermano pequeño.

Ante el recrudecimiento del conflicto, volvió a ser detenida presuntamente por incitar por redes al odio y la violencia. ¿Quién está legitimado a hablar de violencia? El balance de 53 días de esta guerra es de 18.000 muertos palestinos frente a los 1.400 israelíes ejecutados por Hamas, y de 50 rehenes israelíes intercambiados por 150 palestinos. Es decir, por cada muerto hebreo ha habido 13 palestinos derribados, y cada rehén de Israel ‘vale’ por tres gazatíes en este canje. Mientras, en las cárceles hebreas permanecen más de 8.000 presos, muchos de ellos menores sin cargos ni juicio. Es fácil entender la desproporción de este conflicto. Récord de muertes y devastación. Y no se vislumbra un alto el fuego. No hay luces de Navidad ni farolillos de colores que valgan sin paz ni justicia en Oriente. Pañuelo palestino al cuello, en blanco y negro.