Antes de las elecciones presidenciales norteamericanas, es habitual que los candidatos sostengan debates frente al público para darse a conocer y recabar votos, algo que este año ha ocurrido ya entre los aspirantes presidenciales republicanos, pero además hemos asistido a un debate poco común, entre un candidatos republicano con escasas posibilidades y un miembros del Partido Demócrata… que ni siquiera es candidato presidencial.

En común tienen ambos que son gobernadores de sus respectivos estados y que están en la costa, aunque cada uno en otro océano: uno en el Pacífico y otro en el Atlántico. Este último es el actual gobernador de Florida Ron de Santis mientras que el otro es Gavin .

Las similitudes acaban aquí: DeSantis es republicano, fue hasta hace poco la gran esperanza de quienes no quieren una repetición de la candidatura de Donald Trump y su gestión es un éxito: el estado tiene un sistema educativo relativamente bueno, la delincuencia es relativamente baja y, sobre todo, atrae a población de otros lugares del país, hasta el punto de haber ganado 750.000 nuevos residentes en los últimos tres años.

Newsom, en cambio pertenece al Partido Demócrata y su estado, California, que ha sido el Eldorado desde que existen los Estados Unidos, ha perdido nada menos que un millón de habitantes en el mismo tiempo que Florida ganó sus 750.000. La culpa de esta situación la tiene, en parte, el sistema fiscal que exige unos impuestos muy altos. Florida, en cambio, no tiene impuestos estatales sobre la renta. Peor todavía, la delincuencia californiana es alta y va en aumento, la vivienda es escasa y los sin techo campan por sus calles en tiendas de campaña. El sistema educativo es lamentable.

Por qué se enfrentaron ante las cámaras de televisión estos dos políticos es una pregunta sin respuesta, a no ser que uno se plantee dos cosas: la primera, es que Newsom empieza a estar cansado de las comparaciones con Florida que le dan una imagen mala, pero más importante es la clave electoral.

Kamala Harris, más impopular que Biden

Newsom no es candidato... de momento. Es cierto que tiene problemas en California, pero estos problemas no le harían perder el apoyo de los sectores elitistas y progresistas de todo el país si fuera candidato a la presidencia. De momento no lo es, pero ante la frágil salud del actual candidato y presidente Joe Biden, es posible que el Partido Demócrata tenga que echar mano de otro candidato.

No puede utilizar a la vicepresidenta Kamala Harris, como sería habitual, pues todavía es menos popular que Biden. Su presencia en la boleta electoral reduciría ya las menguadas posibilidades de Biden, un hombre que por su avanzada edad y su evidente senilidad hace pensar que no terminaría el mandato presidencial de ser elegido. En tal caso, el país se vería abocado a la presidencia de Harris, quien no se ha ganado la confianza popular en los tres años de comparecencias públicas.

Además, la gran esperanza demócrata para que Biden pueda ganar está en los problemas de quien por ahora parece el candidato republicano inexorable, es decir, el expresidente Donald Trump. Son muchos, tanto en centros demoscópicos como en análisis de prensa, quienes dicen que Biden solo puede ganar contra Trump y, si ha de enfrentarse a otro candidato, el Partido Demócrata no tendrá más remedio que buscarse otro candidato.

Newsom tendría como rival a alguno de los candidatos republicanos que va por delante, como DeSantis, o la exembajadora ante la ONU Nicky Haley, quien tiene encuestas favorables y va ganando apoyo en las filas republicanas.

El desconcierto que una retirada de Donald Trump crearía en las filas republicanas sería una bonanza para cualquier candidato demócrata. Así el gobernador de California tiene una posibilidad de llegar a la primera magistratura, casi como una victoria por penalti, pero esos goles cuentan igual que los demás y lo colocarían en la Casa Blanca.

Es un contexto favorable para ambos participantes: Newsom ha tenido ya su primer debate presidencial mientras que DeSantis, que ha ido perdiendo popularidad, espera recuperarse un tanto después de esta actuación pública.