Hay algo que no me cuadra. Las encuestas que periódicamente salen a la luz subrayan el alto nivel de satisfacción de la ciudadanía navarra con el sistema público de salud; sin embargo, ahí están las gruesas listas de espera, las vacantes de profesionales no cubiertas en hospitales y Atención Primaria, las interminables horas de estancia en Urgencias, la falta de especialistas..., por no recordar que en casos singulares el primer diagnóstico pase por el funcionario que atiende el teléfono.

Conozco el caso de una persona que la semana pasada, preparada en la mesa de operaciones, escuchó cómo el cirujano le explicaba que no le podía intervenir porque no detectaba la existencia de la hernia que sí figuraba en el informe. Son cosas que pasan, aunque la indignación del afectado es comprensible. Como lo es la de las mujeres de Tierra Estella, que, por falta de personal, no darán a luz en el Hospital García Orcoyen, sino que serán derivadas a Pamplona o a Tudela. La capital navarra está a media hora de camino y la ciudad ribera, a una hora. Hay muchas probabilidades de que el bebé venga al mundo en la ambulancia. Quizá no haya otra solución en este momento, pero no parece lo más adecuada para una Merindad que ronda los 30.000 habitantes. Está claro que, al contrario que los de Bilbao, los de Estella no nacen donde quieren sino donde decide Osasunbidea. Y luego las encuestas dirán lo que quieran.