Como todos los años por estas fechas, no me va a tocar la lotería. Básicamente porque no juego un euro, claro, así que las opciones son nulas. Nulas opciones, cero nervios. Tampoco quiero ir de guay: de vez en cuando echo una primitiva. Una primitiva es un eurillo y por un eurillo te pueden caer un carro millones. O más que suficiente, vamos. En cambio, la lotería, ahí, sí te cebas: que si la cafetería, el bar, el curro, la carnicería, el ultramarinos, el equipo de no sé qué… Estuve en esos trances, no crean, con 80 o 100 euros en billetes de lotería y décimos y participaciones, pero ya hace años que me bajé, así que asisto a lo de hoy con la expectación de que les toque a ustedes.

Ya dije y así lo puse por escrito aquí que creo que los premiados son actores y actrices que contrata Apuestas y Loterías del Estado y que los van moviendo cada año, ora a un bar de polígono industrial de Dos Hermanas Sevilla ora a una barriada de Zamora ora a un bufete de abogados de la calle Balmes de Barcelona. Y que en realidad nadie conoce a nadie al que le haya tocado la lotería de verdad. Porque esas ganas de salir en la tele que tienen los que les toca para mí que no son normales, ahí hay gato encerrado. ¿Han visto ustedes alguna vez a los que les toca la primitiva o los euromillones o cosas así dar el cante? Nunca. Se ve que es un juego como más solitario, que te tocan 15 millones y justo se lo cuentas al banco y a Hacienda y porque no te queda más remedio.

Esto de la lotería, en cambio, como sí que es verdad que dicen que toca a grupos de gente afín a la vez pues se convierte en un jolgorio colectivo que a quienes les toca no se pueden esconder. El otro día uno delante de mí fue a pillar un boleto de una empresa y la lotera le dijo que ya se habían acabado. Salía con una cara de la administración que madre mía. ¡Tranquilo, majo, que son actores, que no toca!