Pasará hoy y pasará mañana y llegará Año Nuevo y febrero y 2025 y Pamplona seguirá funcionando, mejor o peor, pero funcionando y en algunas cosas se notará que gobiernan unos y en otras que gobiernan otros, pero, queramos o no, habrá cosas que no avanzarán o que no habrán avanzado lo mismo que otros aspectos de la vida social, económica o cultural de la ciudad y de la comunidad. Sí, me refiero a la relación que unos querrán tener con otros y otros con los unos.

Seamos claros: hay importantes núcleos de población que no quieren ir ni a heredar unos con los otros. Y esto, aunque ya no esté ETA, es así y aunque vaya tamizándose por el paso del tiempo, va a seguir siendo así por generaciones, tanto en un supuesto bando como en el otro.

Hay muchos navarros que jamás aprobarían que su partido pactara con la derecha, de la misma manera que hay otros muchos que jamás aprobarían que pactara con Bildu. Es algo normal, con lo que cayó. Entonces, tampoco hay que desdeñar que haya socialistas a los que el pacto con Bildu en Pamplona les haya supuesto una bofetada en toda la cara, por la sencilla razón de que los votantes de un partido no son un bloque monocolor que opinan de idéntica manera de las 1.000 primeras cosas que les pongamos por delante.

Dice Alzórriz que los socialistas que no van a tomar posesión de su acta de concejal en Pamplona no lo hacen por la presión de UPN, pero, al menos a la hora de escribir estas líneas, no he leído u oído las razones de esas personas, que vete a saber si son esas o bien distintas, vete a saber si alguna vez las oiremos o callarán por respeto al partido o hablarán. Para mí que saber la verdad siempre es positivo y cualquiera que haya vivido aquí el tiempo suficiente y que sepa la clase de mierda espesa en la que estuvimos es consciente de que habrá muchas sensibilidades socialistas que jamás aceptarán ciertas cosas. Y otras que sí.